Enero se me ha “anoviembrado”, es decir, otra vez se ha repetido la misma situación de noviembre, y he dejado pasar un mes sin dejar mi huella aquí. Quiero pensar que es una mera coincidencia, pero me temo que no va a ser así, y de ahora en adelante, con el paso de los años el estrés se apoderará de mí y me quedaré calvo. Y mientras digo esto, recuerdo viejos eneros en los que las preocupaciones no iban más allá de tener que quitar el árbol de Navidad, el comienzo de las rebajas o el cambiarme de calcetines por los efectos de la lluvia.
Ahora no es así, los exámenes se han apoderado de mi tiempo y por el contrario no logran su objetivo principal de hacer que piense noche y día en las asignaturas sino que hacen que me fije como meta el fin de los exámenes, casi sin importarme los resultados obtenidos.
Así pues, me despido, deseando que vuelva mi libertad, y poder acabar así con mi ausencia en el cibermundo, afeitar mi barba y poder comprobar como llueve, tal y como lo hacía en lejanos meses de enero.