Bob Dylan cantaba que la respuesta estaba en el viento, y a su vez, inconscientemente tal vez, a modo de complemento, un villancico canario nos decía eso de “vamos a escuchar al viento”. Estas dos afirmaciones en manos de un publicista de Apple o de un propio aficionado a la tecnología serían una poco original forma de vendernos el “iCloud”. Sin embargo yo miro al cielo y no encuentro respuestas.
A veces calima, rayos de sol, nubes, y algún que otro avión y cada vez menos cometas; de noche veo la luna, y no siempre. Y por si fuera poco, este año el cielo nos regala menos lluvia de lo normal. Y no, igual que no encuentro cigüeñas cargadas de niños, tampoco encuentro respuestas, sino todo lo contrario, preguntas y más preguntas, preguntas en el aire buscando respuesta y paradójicamente yo me vuelvo insolidario y pongo más preguntas en el aire. El cielo debe estar mucho más colapsado que un juzgado español con papeles por resolver.
El cielo es un gran banco de preguntas, tanto de preguntas comunes como cuestiones individuales. A él miramos para buscar respuestas y consuelo, buscamos que nos lleve a conocer mundo y queremos también encontrarnos de nuevo en él con quienes ya no están o simplemente creer que en él podremos hacer todo lo que no hagamos en la tierra. A nivel individual en él deben estar tanto todas aquellas preguntas que no respondí o aquellas que jamás me respondieron. Hubo preguntas que no respondí por miedo, otras porque no las oí y la mayoría de ellas porque no sabía la respuesta y ni siquiera el viento pudo ayudarme a resolverlas. No sé qué hicieron los demás con mis preguntas, o si a lo mejor (o a lo peor para ser más exactos) si muchas de las preguntas que me hice y jamás salieron de mí eran compartidas y en la cabeza de la otra persona rondaba una cuestión similar.
Fuera cual fuera el motivo ya no vale lamentarse ni crear una red para atrapar preguntas, cual cazamariposas, sería volver a caer en el mismo error que cometió don Quijote hace 407 años y querer competir contra esos gigantes que son los molinos de viento. Y es que con tanto molino jugando con el viento todas las preguntas deben estar desordenadas, rotas y mezcladas.
Y una vez escrito todo esto, tengo que lanzar otra pregunta más al aire ¿qué hacen con tanta preguntas aquellos que dicen que viven del aire?