lunes, 3 de septiembre de 2012

No te engañes


No te engañes, los políticos no son los únicos que engañan o incumplen sus promesas. Tú también lo haces, de hecho te prometiste dejar de fumar, comenzar la dieta, apuntarte al gimnasio o llevar los estudios al día y no pudiste. Todo un clásico.

¿Y aquella vez que dijiste que no volverías a tropezar con las mismas piedras? Prometiste también sonreír pasara lo que pasara, y por cada defecto que encontraras en el prójimo destacar  diez virtudes. Y no, no lo hiciste. Jamás le dijiste a quienes querías lo importante que eran y son para ti.

Tampoco pudiste alejarte de tus manías y vicios, sin ir más lejos, seguiste mordiéndote las uñas y comiendo más dulces de la cuenta.

Tu fuerza de voluntad no era tan fuerte y volviste a coger el teléfono y llamar a quien dijiste que no llamarías nunca más y miraste atrás tras una despedida para ver si se arrepentía y le daba por seguirte para quedarse a tu vera.

También dejaste cosas por hacer, como quien pide fiado en un bar, dejaste conversaciones a medias, abrazos por dar y no pusiste todo de tu parte para que aquel encuentro con aquel amigo tuviera lugar.

Tras aquella resaca tan terrible juraste no volver a beber, y no pudiste, por disfrutar de una gran noche hipotecaste un despertar y en tus adentros sabes que valió la pena no hacerte caso a ti mismo.

Llegaste a reír también de aquella absurda moda que estaba empezando a aflorar y finalmente acabaste cayendo y evitando que ahora alguien recuerde tus palabras.

“Estoy bien así”, “no me pasa nada”,”no necesito ayuda” forman parte también de la lista de cosas que dijiste y no eran ciertas, jamás las pronunciaste con convicción y quien de verdad te quería sabía que ni estabas bien así, que te pasaba algo y que necesitabas ayuda, su ayuda.

Deseaste que todo siguiera igual, aún sabiendo que ni tú eras el mismo, ¿acaso no es esto engañarse?

Renunciaste a algunas personas alegando que no querías saber nada más de ella, pero sin embargo seguiste buscándola dentro de otra gente.

Otra forma de “engaño” tiene lugar casi a diario frente al espejo, cuando como si no quisieras afrontar tu naturalidad usas maquillajes, extensiones, cremas, ceras y hasta perfume que tape tu olor y te haga sentir otra persona. Realmente no sé si lo haces por los demás o por ti misma.

Sin embargo el más preocupante de los fraudes viene cuando optas por usar la palabra imposible y rehúsas intentar lograr lo que realmente quieres.

Y así podría seguir llenando líneas de engaños que ocurren casi a diario…

Quizás ahora el subconsciente te esté engañando y diciéndote que escribo todo esto para defender a la clase política. No es mi intención, ellos ya tienen medios para ser defendidos. Tampoco quiero tachar de mentiroso al ser humano, solamente quiero demostrar que el engaño está más extendido de lo que creemos, porque ¿cómo pretendemos que los demás no nos engañen si hasta nosotros mismos nos engañamos y engañamos a quien queremos?