No es la primera vez que un mensaje escrito en una pared me hace escribir. Sin embargo, en esta ocasión es distinto. Jamás he visto en persona el grafitti del que hoy escribo, simplemente recibí en mi teléfono una foto del mismo, mejor aún. Alguien se acordó de mí al verlo, alguien contaba conmigo para el futuro, consciente de lo vivido.
De esto hace más de año y medio, tal vez ya ni siga en la pared -ya sabemos que los años electorales se caracterizan por los "lavados de cara"- pero ese dato es irrelevante. Lo relevante está tras el mensaje, ¿Qué es lo que nos queda?.
Nos quedan buenos momentos por hacer, y los haremos.
Por venir están algunos cubatas, gin tonics, chupitos, vasos de vino, tragos al fin y al cabo, a sorbos o cual hidalgo. Quizás algunas veces llevaremos a cabo los brindis por desamores. Porque sí, también nos quedan desamores, hermano. Tal vez después lleguen algunas de las resacas que nos quedan.
Nos veremos en entierros, en bautizos y en las bodas que nos quedan. Porque igual que nos quedan personajes y no tan personajes por conocer, tendremos que afrontar despedidas. Algunas más dolorosas y necesarias que otras, pero te adelanto que nos quedan amigos a los que rebajarles la categoría.
Habrá aviones que cogeremos, a veces con ilusión y otras veces con mucha pena por quien dejamos en tierra. Viajaremos también hacia otros colchones, y albergaremos también algún huésped en nuestras camas.
Disgustos y desencantos nos quedan también. Nos harán más fuertes, tanto que le pediremos a la vida que deje de fortalecernos tanto. Nos quedan sobresaltos que nos dejen sin respuesta y sin aire. Habrá también tiempo para ir a nuestro aire.
Aunque se puedan evitar, nos quedan malentendidos, y peor aún, los "sinentenderes". Y al rescate quizás vengan los abrazos que nos quedan, que son muchos.
Nos quedan contactos profesionales por descubrir, conoceremos a varios jefes, y quizás algún día a empleados, compañeros al fin y al cabo.
No puedo poner una cifra exacta al número de pañuelos que nos queda por usar, ya sea para sonarnos, o secar lágrimas fruto de tristezas, alegrías o alergias.
Nos quedan carnavales y sus pelucas y purpurina. Navidades, aunque no haya dos iguales. Llegarán veranos con sus amores, sus días de playa y los arrepentimientos por no ponerse suficiente crema (si es que no aprendemos).
Recorreremos nuestros trayectos al trabajo, al colegio de los niños o al 24 horas a por más hielo, qué más da, trayectos al fin y al cabo. Nos quedan trayectos, y algunos sin querer nos llevarán a lugares que duelen.
Quedan sentimientos encontrados, como los lunes que llegarán tras los domingos de fútbol y sol que nos esperan.
Y los premios que nos quedan a la mejor interpretación de nosotros mismos llegarán.
Aunque no nos hayan preparado para ellos, nos quedan tropiezos. Y a cada tropiezo le seguirá el levantarse, algunos más costosos que otros. Igual que nos quedan gatos negros por cruzarse en nuestro camino, gatos que traerán miedos. Miedos con los que habrá que convivir, o en el mejor de los casos, habrá que superar.
En definitiva, nos queda vida, mucha o poca, pero nos queda, y toca disfrutar de ella.Así que mientras nos queden recuerdos que hacer y recuerdos que recordar, estarás a tiempo de coger esa copa de saborear historias y servirte, yo invito.
Pd: la lista de cosas que nos quedan podría rozar el infinito, pero estas fueron las primeras que se me ocurrieron y decidí parar para no hacer una entrada eterna, en tus pensamientos te invito a que sigas imaginando más cosas para este peculiar listado.