viernes, 23 de octubre de 2015

Tengo 26

Nunca me ha gustado cumplir (años). No es que sea un Peter Pan del siglo XXI ni nada parecido, de hecho a día de hoy ni  busco volver a la infancia ni me produce vértigo envejecer.

Además, debo admitir que le había cogido cariño a los 25, tanto que me atrevo a decir abiertamente, sin ningún miedo que ha sido la edad más interesante de mi vida, en la que más puertas de las esperadas aparecieron ante mí, ahora con 26  tengo el gran reto de elegir y sobretodo, de abrir las puertas que correspondan. Además, ya no soy tan joven para equivocarme.

Y por si fuera poco este reto de convertir oportunidades en realidades, me hace ilusión poder cantar la siguiente canción sin rubor durante los próximos 366 días. (Si no conocen la canción o no tienen intención de oírla es muy probable que no entiendan nada de lo que sigue, avisados quedan)






Vale, yo aún no me ganado el derecho a tener el lado bueno de la espalda de nadie, pese a que alguna que otra vez sí me han dado tan olvidada parte de la anatomía. Tampoco he viajado más de lo que debo, y si le preguntan a mis amigos tal vez debería beber más.

Más de una noche vi una luna que miraba, y todavía recuerdo alguna de ellas, y hablo en plural porque luna hay más de una, lo sé por experiencia, una experiencia de 26 años ya.

Nunca he contado amigos por lo que no sé si tengo más que Andrés o no, sí tengo también un acento de sal que alguna vez erróneamente traté de ocultar.

Sí he echado de menos a mis padres y a más gente, pero he sido tan cobarde que no lo he dicho.

Y aunque nunca vi muertos en lavabos y carezco de canciones viajeras soy feliz así porque puedo permitirme terminar esta entrada al igual que la canción citada.

Tengo 26 años y a vivir (siempre).