En estos 100 días sí he visto como cambiaron algunas cosas por el Congreso, y no voy a hablar de rastas, conflictos internos, pactos fallidos o pequeños lactantes... Lo que más me impactó fue oír como aquel cántico que decía eso de "que no nos representan" mutaba por un "que sí nos representan". Y me puse a pensar (con el riesgo que eso conlleva).
No me cuestiono los principios de la democracia, pero ¿Realmente puede alguien representarme?. Yo creo que no, ni tan siquiera yo mismo podría representarme a mí mismo.
El Daniel de las mañanas, hambriento, con legañas y sin ganas de hablar no me representa. Tampoco lo hace ese Daniel que con varias copas alguna vez orinó una farola. O aquel que aquella fue demasiado educado, o aquel demasiado borde. Mi ordinariez puntual no me representa, ni la foto de mi DNI tampoco. O al menos, no del todo.
Ni vestido con traje, ni con la ropa del gimnasio me represento, ni tan siquiera sin ropa podría hacerlo. Ni en silencio ni hablando, ni eufórico ni feliz ni triste.
Dicho esto, creo que solamente hay una forma de poder representarme bien, y es tirando de diálogo, dejando orgullos y prejuicios a un lado y buscando la forma de seguir adelante. Así, y solamente así por fin podré comenzar a pensar que hay gente capaz de representarme mejor que yo mismo, aunque cobren mucho más que yo.
Nota del autor: sé que me contradigo, y quizás eso me represente. Pero no te ofendas por ello, puede que estas palabras tampoco me representen, es pura literatura, simplemente me apetecía jugar con la idea de que mis legañas y mi versión matutina no me representa (aunque por las mañanas sea que sí)