Hay expresiones que me invitan a detenerme para analizarlas desde otro prisma. Son muchos los casos, y ojalá tuviera tiempo para ir uno por uno, dándole una vuelta, o las que hicieran falta. Una de estas frases es la que da nombre a esta modesta entrada.
Me han acusado en alguna ocasión de 'matarlas callando' y no sé bien a quién ni cómo si históricamente se me ha acusado de no callarme nunca. Me declaro inocente de cualquier homicidio humano, aunque pensándolo bien sí hay silencios que matan. Esos silencios, que atraviesan como el mejor de los cuchillos, suelen llegar después de alguna pregunta y matan desgarrándote.
Paradójicamente, hay silencios que valen más que mil palabras y silencios que no matan pero duelen, no solo por llegar sin un 'jaque mate' previo que avise sino por golpear con fuerza el temido látigo de la indiferencia.
De silencio están llenas las guerras frías, y esta es otra expresión que merecería una reflexión por mi parte, ¿acaso hay alguna guerra caliente? No conozco ninguna, a pesar de las granadas, bombas o demás efectos, dignos de cualquier película de Hollywood o de celebrarse en el más cálido de los desiertos. Hay silencios tan fríos que arden, como si de nieve se tratara.
Por si acaso, yo me voy callando, y espero no ofender a nadie con ello.
Hay quienes 'juegan callados', y si realmente los silencios mataran, estos serían asesinos en serie y no habría cárcel para tanta gente.
Y por último, están quienes aseguran valer más por lo que callan y realmente no sé si tacharlos de leales o de auténticos criminales.