Yo, que en teoría era de letras, cuando el mundo era tan sencillo que podía dividirse entre los de letras y los de ciencias, siempre sentí debilidad por algunos números. Algunos me persiguieron y luego decidí perseguirlos yo a ellos. Otros cuajaron tras estar hasta en la sopa. Dudo que muchos de los de mi generación no piensen en pesetas si les recuerdo el 166,386.
Por ahí aparecía también algún número telefónico que nos aprendimos por la sonoridad y creatividad de su anuncio publicitario.
Pero siempre hubo un número mucho más mágico para canarios y sobre todo tinerfeños: el 3718. Cierto que Soul Sanet, aquel grupo musical que nos hace sentir viejos hicieron su parte para que memorizáramos tal número.
Me hubiera encantado poder dedicar unas palabras a la cifra y a El Teide, pero una imagen vale más que mil palabras: