Tú ibas vestida igual que tus amigas, yo, a saber de qué. Me lo preguntaste y yo traté de explicarte. No sé si lo conseguí. Nada nuevo, hay cosas que nunca te pude explicar.
Antes, sin darme cuenta te había estado buscando, siempre alerta. Y apareciste, cuando yo buscaba hielo, haciendo que de repente cualquier búsqueda que no llevara a tu saludo dejara de tener sentido.
Yo, lo suficientemente borracho como para sentir vergüenza al día siguiente, tú lo suficientemente sobria como para poder recordar lo hablado.
No recuerdo qué canción sonaba, solo que hablamos del pasado, te conté de las veces que pensé en ti, y deseé, como deseo, que alguien te haya dado todo el amor que mereces y que yo no llegué a tiempo a darte. Seguiste sin entender mi disfraz, pero las heridas se disfrazaron de cicatrices por un momento, y no por la magia del alcohol.
Luego marchaste, prometiendo dar señales de vida, y de repente, por cada metro, se hizo un muro.
Buscando tu llamada perdida, acabé encontrando un mensaje tuyo "me alegro de haberte visto, ya estoy en casa" y yo supe que quizás no fuera allí donde querías estar.
Y a ese día, quizás quieras llamarlo "algún día", yo prefiero llamarlo, "el carnaval que nunca fue".