viernes, 20 de abril de 2012
Salvando la tradición de los 20 de abril
miércoles, 4 de abril de 2012
Creí
Es un debate muy manido, repetido y todo adjetivo que se le quiera poner, pero siempre por estas fechas se reabre un poco más el asunto de la creencia o no en Dios, una vez más no voy a mojarme con este tema, pero al menos este eterno debate ha hecho que me inspire para escribir sobre algunas de las cosas en las que he llegado a creer para luego descubrir su dudosa fiabilidad.
Para empezar me hicieron creer en los Reyes Magos, modelaron mi comportamiento a base de asustarme con poder quedarme sin regalos porque desde el cielo andaban controlándonos, a ti y a mí, y de repente, sin esperarlo un día la realidad me sorprendió en forma de regalo mal escondido, comentarios inoportunos o tickets de compra en la papelera. No sé si el fin justificaba realmente los medios pero creo que fue la primera gran vez en la que recuerdo haberme sentido engañado, algo casi inevitable.
Años y décadas más tarde, otra gran mentira fue desenmascarada, esta vez quienes me engañaron no quisieron hacerlo, me dijeron “estudia mucho para labrarte un futuro”, creo que hice algo de caso, estudié y me preparé para el futuro que me habían prometido para mí, pero este no llegó, sin embargo a otros que tomaron la pereza como camino la vida parece sonreírles, con solo participar en supuestos concursos, o con dar con la persona adecuada y enamorarla.
Exactamente lo mismo pasó con los pasos de peatones, desde la mejor de las intenciones me dijeron que creyera en ellos y los respetara, y el propio camino fue quien me dijo que había atajos más seguros.
Con los políticos seré breve, pero a veces me arrepiento de haberme creído que ellos eran la voz del pueblo y me representaban. Lo siento, pero es que he visto a políticos hacer cosas que yo nunca haría.
También llegué a creerme que la pasta de dientes blanqueante realmente funcionaba, y si fuera así yo debería tener los dientes como el que más, pero por la cuenta que me trae no voy a culpar al marketing de ello.
Los coches con las pegatinas de “Bebé a bordo” también han sido fruto de mi proceso de vuelta a la realidad tras un gran desengaño. Y es que o bien en el interior no va un niño sino un adolescente bastante crecidito, o quien conduce se cree con derecho para hacer lo que quiera con su coche.
Los aeropuertos y sus controles de seguridad merecen otro punto y aparte, de hecho, invito a que pasen con la misma ropa varias veces y vean que a veces pita el arco de seguridad y otras veces no.
Las buenas intenciones, las ofertas de Ryanair, las empresas que hacen donaciones de forma desinteresada, el amor a primera vista… y muchas cosas más han corrido igual suerte
Y acumulando decepciones he crecido, por lo que la muerte de Dios que Nietzsche anunciaba no me pillará desprevenido, de hecho, por las cosas que he contado y más he dejado de creer en la raza humana, y ya sabemos en quien se inspiró el creador para diseñar al ser humano.