Cada vez los años se me pasan más rápido, y lo afirmo aún
asumiendo que este ha sido un año bisiesto. Otro 20 de abril toca en mi puerta
y para seguir con la tradición me toca inspirarme en la canción de Celtas
Cortos y dirigirme a toda esa gente a la que le he perdido el rastro.
Sin embargo con relación a otros años noto ciertas
diferencias, no sé si fruto de las circunstancias o que al envejecer me he
vuelto más realista. Ya no escribo con intenciones de propiciar reencuentros,
ni busco desahogarme de ningún hecho pasado. De hecho, pecando de frialdad, y
tratando de verle el lado bueno a todo, me atrevería a decir que cuanta más
gente conoce uno más posibilidades de ser cazado en un momento de ridiculez
hay.
Me encantaría poder escribirle a quienes me acompañan día
tras día pero no es momento, el 20 de abril no ha sido “inventado” para esto,
así que un año más dispongo a redactar la ya clásica carta a aquellas personas
que se han distanciado de mi camino. Por si alguien no sabe de qué va esta
historia recuerdo que está escrita en masculino como sexo ambiguo, y que no es
recomendable tratar de adivinar a quién va dirigida, porque simplemente no va
escrita para nadie en concreto y a la vez va para todos.
Querido amigo, no me he olvidado de ti, y como prueba está
esta carta, una pequeña tontería nos separó, a veces tan pequeña que no sé si
realmente existió, cada uno siguió su camino, con sus baches, sus paradas
técnicas, sus miradores para contemplar una buena vista, sus piedras en el
camino, y con la brisa siempre jugando con nosotros. Claro que un cruce entre
tu camino y el mío no hubiera estado mal, pero quizás es que seguíamos caminos
con diferente destino, o quizás cada uno quiso improvisar su ruta, y solamente el
camino sabrá si volvemos a cruzarnos. A tu favor debo decir que tan lejos está
mi camino del tuyo que el tuyo del mío.
Sé que prometimos que haríamos muchas cosas, no tengo la
respuesta cuando yo mismo me pregunto si algún día cumpliremos con tantas obligaciones,
el camino decidirá, pero sin olvidar que como dijo el poeta, somos nosotros
quienes hacemos caminos al andar. Y si no, tampoco pasa nada, en un época en la
que parece estar de moda lo de incumplir promesas no desentonaríamos mucho.
No sé si te lo preguntas, pero yo estoy bien, y me gustaría
que supieras que aunque he conocido a otras personas aún queda un hueco para ti,
de vez en cuando tu recuerdo aflora, ya sea al pasar por algún lugar o al
escuchar alguna canción. Y es que te tengo asociado a una determinada canción
(aunque no te lo creas me pasa con casi todo el mundo). Tampoco puedo esconder
que de vez en cuando sueño con que vuelvas a alumbrar mi rutina. Y me explico, no
es ninguna metáfora, simplemente espero que algún día la pantalla de mi móvil
se encienda y encienda mi bolsillo, mi habitación, o el lugar que sea, y todo sea
porque tú has decidido ponerte en contacto conmigo. Aunque si no fuera así
tampoco se acabaría el mundo, al fin y al cabo, nadie es imprescindible.
Sin más me despido, no quiero quitarte más tiempo, además tengo
cosas que hacer, como por ejemplo pensar si el próximo 20 de abril volveré a
escribirte o no, al fin y al cabo el tiempo pasa tan rápido que un año se va en
lo que dura un suspiro.
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