miércoles, 22 de mayo de 2013

(im)posible o no



Nunca tuve muy claro en qué momento se dejaba de ser niño, no recuerdo bien si fue al ver al Ratoncito Pérez esconder mi diente o al ver el almacén donde los Reyes Magos escondían mis regalos. Pudo ser también el día que tuve que pedir consejo para ver qué hacer con la pelusilla que yacía bajo mi nariz, o quizás la primera vez que me quedé solo en casa y no traté de crear trampas cual Kevin McAllister.

Además, como varón nunca me llegó ninguna llamada biológica que alterara mi vientre y me diera a entender que mi infancia estaba punto de agotarse.

Por encima de cualquier escena,  creo que dejé de ser niño al conocer algunas palabras, porque hay palabras malditas y malditas palabras. No soy quien para invocar a las primeras, y de las segundas  me llama la atención una de ellas: IMPOSIBLE. Y es que creo que se deja de ser niño  cada vez que se descubre esta palabra.

Debería ahora hacerme pasar por autor místico de libros de autoayuda, nombrar a Rosana cuando decía eso de “a imposible le sobran dos letras”, jugar un poco con la famosa saga protagonizada por Tom Cruise, recordar aquel anuncio de Adidas o matizar que imposible no significa improbable. Pero no, seré más práctico, te pediré un minuto para que recuerdes aquella idea tan loca que rondaba en tu cabeza de niño. Probablemente llegarán ciertas fases, quizás no en este orden pero llegarán: 

Te insultarás, preguntándote cómo pudiste pensar algo tan descabellado, te admirarás también, cual bipolar viendo cómo una idea tan genial pudo salir de tu cabeza. Pronunciarás también eso de “son cosas de niños…”, y alguna que otra fase que seguramente se me escapa. Quizás recuerdes también la desilusión al descubrir que tu idea era inviable. En ese momento te hiciste adulto, o por lo menos un poco menos niño.

Ahora dejo en tu mano, con unos cuantos años más, y espero que algún que otro conocimiento adicional que valores si te precipitaste cuando dijiste que tu idea era imposible porque quizás con un par de modificaciones tus ideas de niño podrán ser tus ilusiones de viejo.

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