domingo, 23 de junio de 2013

Saltemos a la piscina (o al mar)



Corría el año 2000 cuando el rockero argentino Charly García saltó desde el balcón de  un hotel de Mendoza a la piscina de este. Tras un leve intento de documentación no he logrado concretar si fue de un séptimo, un noveno o un décimo piso. “¿Cuánto tiene la pileta?” preguntó  y pese a algún intento de presión para que no lo hiciera decidió saltar. 


Según Wikipedia al preguntarle por tal acontecimiento su respuesta fue:  «¡Sólo la vi, y me atreví! Hay que ir más allá, además yo no me voy a morir nunca y mi capricho es ley» . Quizás con un poco de menos euforia Charly reconoció haber sentido “un poquito” de miedo mientras matizaba “sin miedo no tiene gracia”.
No terminó aquí la historia y es que semejante salto provocó que García se inspirara para componer una nueva canción. ‘Me tiré por vos’ así se llamó la canción que escribió. Lo que venía a decir con todo esto es que no hay que quedarse inmóvil sino tirarse a la piscina con la certeza de que caeremos en la piscina.

No aconsejo para nada la práctica del ‘balconing’ ni ninguna de sus variantes pero sí admito el gusto por ese momento en el que aún sabiendo que no puedo volar me siento libre. Miedo por una parte quizás, pero nada se puede hacer, la decisión ya está tomada, solamente falta tocar agua y ver que todo ha salido bien. Puede que sea cuestión de décimas de segundo pero esa sensación de saber que por un tiempo nada depende de ti debería ser experimentada más a menudo. Si por nosotros mismos no somos capaces de solucionar muchas cosas, ¿habrá que darle una oportunidad a la suerte? Saltemos.
 

sábado, 22 de junio de 2013

Llorar



No creo que lo recuerdes pero viniste al mundo llorando; y si no lo hiciste te pegaron para que lo hicieras alegando que era necesario, cual sinopsis de la vida. Inmediatamente después interpretaste que llorando era la única forma de conseguir comer y un cambio de pañales. 

Pero de repente todo se dio la vuelta, llorona y llorica se convirtieron en insultos. Se metieron también con tus lágrimas de cocodrilo mientras luchabas por evitar que algún que otro moco saliera de la nariz.

Si eres mujer quizás te conmovió escuchar a Bob Marley eso de “No woman no cry” como si llorar fuera malo, y siendo hombre quizás se acentuó el trauma con Miguel Bosé y eso de “Los chicos no lloran”. Y todo eso pasaba mientras Celia te recordaba que la vida es un carnaval y no era necesario llorar.

 Si fuiste curioso e indagaste en la vida del rey Boadbil quizás topaste con la frase que le dijo su madre tras perder Granada  ("Llora como mujer lo que no supiste defender como hombre”).  Desde luego que llorar no está bien visto. Y así inventaste excusas tan malas como eso de “se me metió tierra en el ojo”.

Por otro lado tus lágrimas junto a tu sudor y tu sangre le dieron valor a aquel reto que pudiste completar y ya ni recuerdas. Y mientras tanto, Peret seguía buscando aquella lágrima tuya que cayó en la arena.

Mención aparte merecen las lágrimas de alegría, olvidadas casi siempre; abocadas a ser carne de sospechas. Incluso si lloras de alegría alguien pensará que lo haces tratando de esconder alguna maldad.

Y tras reflexionar con esto de llorar resulta que no hay receta que valga salvo ser natural y no olvidar a El Chojin con eso de “ríe cuando puedas, llora cuando lo necesites”.