Corría el año 2000 cuando el rockero argentino Charly García
saltó desde el balcón de un hotel de
Mendoza a la piscina de este. Tras un leve intento de documentación no he
logrado concretar si fue de un séptimo, un noveno o un décimo piso. “¿Cuánto
tiene la pileta?” preguntó y pese a
algún intento de presión para que no lo hiciera decidió saltar.
Según Wikipedia al preguntarle por tal acontecimiento su
respuesta fue: «¡Sólo la vi, y me
atreví! Hay que ir más allá, además yo no me voy a morir nunca y mi capricho es
ley» . Quizás con un poco de menos euforia Charly reconoció haber sentido “un
poquito” de miedo mientras matizaba “sin miedo no tiene gracia”.
No terminó aquí la historia y es que semejante salto provocó
que García se inspirara para componer una nueva canción. ‘Me tiré por vos’ así
se llamó la canción que escribió. Lo que venía a decir con todo esto es que no
hay que quedarse inmóvil sino tirarse a la piscina con la certeza de que
caeremos en la piscina.
No aconsejo para nada la práctica del ‘balconing’ ni ninguna
de sus variantes pero sí admito el gusto por ese momento en el que aún sabiendo
que no puedo volar me siento libre. Miedo por una parte quizás, pero nada se
puede hacer, la decisión ya está tomada, solamente falta tocar agua y ver que
todo ha salido bien. Puede que sea cuestión de décimas de segundo pero esa sensación
de saber que por un tiempo nada depende de ti debería ser experimentada más a
menudo. Si por nosotros mismos no somos capaces de solucionar muchas cosas,
¿habrá que darle una oportunidad a la suerte? Saltemos.