lunes, 25 de noviembre de 2013

Manos


Veo a un bebé recién nacido y me fijo en sus manos. Intenta agarrar un dedo pero sus manos no dan para más. Quizás intente descubrir la utilidad de sus extremidades. Qué cosa tan rara son las manos, una palabra femenina con aspecto masculino. Sé que el bebé no me entenderá pero aquí va mi pequeña carta dirigida a él, o a otro, otra o a mis futuros hijos (porque sí, yo con uno no voy a conformarme, por muy parecido al padre que sea).

Veo que ya descubriste un uso para tus manos, y secas tus lágrimas con ellas. Pero no, no están puestas solo para eso ni tampoco para retener tu alma mientras bostezas.
De ellas podrás vivir, acabarán arrugadas y dañadas de trabajar. No te preocupes, eso será un valor añadido, hasta hoy lo "hecho a mano" gusta más.

Tocar es quizás lo más importante que podrás hacer con ellas, y al tocar probablemente te las ensuciarás, asume que mamá algún día te reñirá por ello. Con ellas agarrarás yo-yos, lápices para dibujar o pistolas de juguete o de verdad. Y es que con ellas podrás tanto matar como hablar, ¡hay gente que lee con las manos!. Y mejor aún, hasta música podrás producir, y es que a veces las más bellas melodías no nacen de las cuerdas vocales sino de las manos.

De aquí a unos meses empezarás a gatear, y sin tus manos sería muy difícil, y cuando aprendas a caminar ten por seguro que alguien te prestará su mano para levantarte al caer. Porque caerás, y gracias a tus manos podrás sacudirte e incorporarte, asume que quizás tus manos acaben luciendo cicatrices, todo se trata de cómo las luzcas, no hay que esconderlas.
Más tarde tendrás que aprender a contar, y tus manos te serán de ayuda. Hemos tenido suerte de usar un sistema decimal.

Los humanos somos un poco peculiares y hemos inventado gestos. Te señalarán con los dedos, no te sorprendas por ello, tu también podrás aplaudir, o mandar a paseo según corresponda. Y no olvides chocar tus manos para celebrar los éxitos de los que te rodean.
Saludarás también con tus manos, e igualmente tendrás que usarlas para despedirte tarde o temprano. Y si algún día se te presenta la oportunidad de tener que saludar a algún rey tendrás que besar su mano.

Tu mano es mágica, si la quieres puede convertirse en puño tanto como para golpear a alguien como para tocar en  puertas. Algunas se abrirán y otras no, no te preocupes por ello.
Seas  niña o niño algún día con tus manos tocarás y te tocarán el sexo, por mucho que a papá esto le suponga quebraderos de cabeza. Procura creerte eso que te dicen del amor y cuando lo hagas recuerda que llevar a alguien de la mano es una responsabilidad. No lo olvides
Cuando llegue el frío tus manos se enfriarán y quizás tengas que adornarlas con guantes. Y cuando llegue el calor quizás puedas lucir anillos en ellas. 

Si tienes alguna duda pregunta, no está de más en ocasiones reconocer la ignorancia, y para preguntar con levantar la mano suele bastar, aunque no siempre funciona.

Comer con las manos dicen de mala educación pero yo diría que peor es no aprovechar la oportunidad de acariciar, ya sea a tus hermanos que están por llegar, aquel perro del vecino o a la persona que quieres.


Quizás después de todo esto te estés llevando las manos a la cabeza pensando en lo que se te viene encima, o pienses que se te va a ir de las manos esto de vivir. Pero no pienses así y sobretodo recuerda cuidar tus manos, porque en ellas dicen que está tu futuro. Y gente que te eche una mano seguro que no faltará.

Y no, no hace falta que tengas este humilde manual a mano.

viernes, 15 de noviembre de 2013

Viaje de viernes

Subo en tranvía pensando en desconectar el despertador para mañana, ideando en qué postura echarme en el sillón, con esa sensación tan de viernes  acompañada de la clásica sonrisita de viernes.

Viajo preocupado por cómo  sorprender a mi madre con aquel encargo que me hizo hace más de un mes y seguro que ya había olvidado. Preocupaciones de viernes. Es paradójico que hace unos años mis preocupaciones en un momento así fueran sobre la vestimenta para la noche. Viernes

La música que suena en mis auriculares suena a viernes también, bueno no, esto es mentira, de hecho no recuerdo ni qué música sonaba, quizás sea por ser viernes. Mala idea quizás, puede que el ir escuchando música hiciese que no oyera las conversaciones de los compañeros de trayecto. Conversaciones de viernes probablemente.

A mitad de trayecto se sube una señora/chica y a la hora de validar su bono (qué técnico suena eso de validar) se le cae su móvil al suelo, batería, tapa y grueso del teléfono desperdigados por el suelo. Es viernes y no le doy importancia, siguiendo a lo mío, aunque no sepa exactamente qué es lo mío.
Siete minutos después, quizás seis otra chica sube a bordo, se repite la situación y se le vuelve a caer al suelo su teléfono móvil. Podría aceptar que es una mera casualidad pero se me pasan tres cosas por la cabeza.

Primero pienso en los comentarios que me decían cada vez que se me caía algo al suelo en mi época torpe: ‘Daniel, es que no piensas en lo que haces’ y ‘Daniel, no intentes hacer dos cosas a la vez’ eran frases muy repetidas por quienes me veían derramar la leche o romper vasos, platos y demás cosas rompibles. Nunca he entendido bien a qué se referían, pero la verdad es que con el paso del tiempo ya rompo menos cosas o al menos las disimulo mejor.

El segundo pensamiento quizás sea muy común y me hizo pensar en la esclavitud a la telefonía móvil que estamos pasando, yo el primero. Ni para pagar el servicio de transporte podemos soltar nuestro teléfono, de hecho creo que miramos más la pantalla del móvil que los ojos de los nuestros. Y eso da que pensar.


Mi tercer pensamiento ya muchos lo intuirán y es muy simple. Sí, es viernes y hasta podemos permitir que nuestro móvil quiera inmolarse. 

Viernes fue el nombre que eligió Robinson Crusoe para bautizar a su compañero en la isla y viernes es parte del título de esta entrada. Simplemente creo que fue casualidad que esta entrada naciera un viernes, igual que el suicidio colectivo de móviles presenciado por mis ojos hoy. Lo que sí me gustaría es que todos los días trajeran el optimismo que traen los viernes, Y eso, solo depende de mí.