Subo en tranvía pensando en desconectar el despertador para
mañana, ideando en qué postura echarme en el sillón, con esa sensación tan de
viernes acompañada de la clásica
sonrisita de viernes.
Viajo preocupado por cómo sorprender a mi madre con aquel encargo que me
hizo hace más de un mes y seguro que ya había olvidado. Preocupaciones de
viernes. Es paradójico que hace unos años mis preocupaciones en un momento así
fueran sobre la vestimenta para la noche. Viernes
La música que suena en mis auriculares suena a viernes
también, bueno no, esto es mentira, de hecho no recuerdo ni qué música sonaba,
quizás sea por ser viernes. Mala idea quizás, puede que el ir escuchando música
hiciese que no oyera las conversaciones de los compañeros de trayecto. Conversaciones
de viernes probablemente.
A mitad de trayecto se sube una señora/chica y a la hora de
validar su bono (qué técnico suena eso de validar) se le cae su móvil al suelo,
batería, tapa y grueso del teléfono desperdigados por el suelo. Es viernes y no
le doy importancia, siguiendo a lo mío, aunque no sepa exactamente qué es lo
mío.
Siete minutos después, quizás seis otra chica sube a bordo,
se repite la situación y se le vuelve a caer al suelo su teléfono móvil. Podría
aceptar que es una mera casualidad pero se me pasan tres cosas por la cabeza.
Primero pienso en los comentarios que me decían cada vez que
se me caía algo al suelo en mi época torpe: ‘Daniel, es que no piensas en lo
que haces’ y ‘Daniel, no intentes hacer dos cosas a la vez’ eran frases muy
repetidas por quienes me veían derramar la leche o romper vasos, platos y demás
cosas rompibles. Nunca he entendido bien a qué se referían, pero la verdad es
que con el paso del tiempo ya rompo menos cosas o al menos las disimulo mejor.
El segundo pensamiento quizás sea muy común y me hizo pensar
en la esclavitud a la telefonía móvil que estamos pasando, yo el primero. Ni
para pagar el servicio de transporte podemos soltar nuestro teléfono, de hecho
creo que miramos más la pantalla del móvil que los ojos de los nuestros. Y eso
da que pensar.
Mi tercer pensamiento ya muchos lo intuirán y es muy simple.
Sí, es viernes y hasta podemos permitir que nuestro móvil quiera inmolarse.
Viernes fue el nombre que eligió Robinson Crusoe para bautizar a su compañero en la isla y viernes es parte del título de esta entrada. Simplemente creo que fue casualidad que esta entrada naciera un viernes, igual que el suicidio colectivo de móviles presenciado por mis ojos hoy. Lo que sí me gustaría es que todos los días trajeran el optimismo que traen los viernes, Y eso, solo depende de mí.
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