jueves, 23 de octubre de 2014

Mi cuarto

Mi cuarto, que es compartido, según mi madre está desordenado.

Cuarto de la E.S.O. sabe a polvorones y despedidas, cuarto de primaria a bolígrafos e inocencia, cuarto de carrera supo a magia.

Un cuarto de libra del McDonalds puede ser mucho o poco, según el hambre que tengas. Además, se le puede quitar el pepinillo, el tomate, o lo que no guste.

El cuarto menguante, o el cuarto creciente de la luna nos recuerda que aún falta luna por llenar, y llegará hasta que un día dejemos de verlo. Ni los momentos de plenitud duran para siempre, ni los momentos de vacío. Todo es cíclico.

Una cuarta de vino "peleón" puede ser un mundo, y un simple trago si el vino está bueno.

El cuarto es el primero de los que no suben al podio, el primero de los humanos, quien más ganas de mejorar tendrá seguramente.

Un cuarto oscuro puede dar miedo, o incitar a la pasión. Cada uno elige.

En una cuartilla solía escribir, allí, no había autocorrector, las tildes no se ponían solas y las rayas rojas se hacían con un pilot.


En Canarias, un cuarto de aperos es una buena forma de empezar una gran casa, poquito a poco, sin que se enteren los de Medio Ambiente. 

Un cuarto kilo de queso amarillo y jamón era lo que le solía pedir a la del súper, y rara vez acertaba, o me ponía más o me ponía menos, era difícil cuadrarlo por mucho que pesara loncha a loncha.

Los cuartos, es un tipo de campanada, en el que no hay que comerse las uvas, pero todos lo hacemos por miedo a que Eloísa se esté equivocando.

Y ahora voy a hablar sobre mi cuarto de siglo.

Y es que mi cuarto de siglo tiene un poco de todos los cuartos que he nombrado, para empezar no es solamente mío, también tiene cosas de todo el que ha pasado por él, y sí, también está algo desordenado.

Sabe a polvorones, a despedidas, a bolígrafos, a magia, a inocencia y a mil cosas más (a pescado y verduras no sabe mucho la verdad).

He apartado de este particular cuarto de siglo de “McDaniel” a algunas personas, y me han apartado otras, cual lechuga. También hay gente que ha tragado conmigo aceptándome tal y como soy. No se si algunos habrán acabado empachados de mí, pero por mi parte, debo reconocer que sigo teniendo hambre.

También tengo sed, y es que veinticinco años es un trago, un dulce trago que te deja con ganas de más. Espero que este hambre y esta sed me sirva para seguir construyendo una buena vida, a raíz de este cuartito de aperos que empezó hace ya unos años.

Mi vida tiene tachones, errores y destellos de creatividad junto algún garabato, tiene miedos y pasiones.Tiene la certeza de que siempre habrá alguna loncha que descuadre los planes.

Dicen que la crisis de los veintitantos me atacará, que renegaré del salir de fiesta, que valoraré planes más tranquilos, que el cotizar, el casarme, el tener hijos y el crear un proyecto de Daniel empezará a tocar a mi puerta. Sé que me arrepentiré de haber y no haber hecho cosas, trataré de recuperar el tiempo perdido. Pero no, no se puede recuperar, ya pasó y ahora solamente toca tener la cabeza bien alta por haber llevado un cuarto de siglo lo más dignamente posible pese a no haber pisado ningún podio. Toca armarse de valor para afrontar todos los cuartos de siglo que me echen, o que nos echen, que como ya dije, estos veinticinco también tienen cosas tuyas.

Y puesto a esperar, cruzo los dedos para que este cuarto, no acabe como el de Tula (o que acabe lleno de misterios como Cuarto Milenio). Este año, quizás de la campanada (o los cuartos).


GRACIAS.


Pd: Seguramente, los aficionados al baloncesto sabrán que en el primer cuarto rara vez se gana o se pierde partidos, pero sirve para conocerse.


2 comentarios:

  1. Muchísimas felicidades, Dani. por ese cuarto de siglo y por tu reflexión de hoy. Como siempre, estupenda. Un abrazo.

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  2. Que bonito Dani! Me encanta tu cuarto. ..

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