sábado, 30 de mayo de 2015

30 de mayo

Tuve la suerte de nacer y crecer en el que sinceramente puede ser de los mejores lugares del mundo para desarrollarse. No conozco paisano expatriado que no afirme que como aquí no se vive en ningún sitio y que no hay mujer más bella (entre otras cualidades) que la canaria.

Ser niño aquí es soñar que las nubes son camas elásticas en las que poder saltar, o desear zambullirse en un mar de nubes. Porque aquí nunca se pierde el mar como referencia. Mar que protagoniza la eterna duda de un canario, ¿el mar nos une o nos separa?.





Aquí el silbo te habla, en el aire se esconde un mensaje,  igual que en el horizonte se esconde San Borondón. Te habla el paisaje y te dice que hay que ser fuerte, que hay que adaptarse a las condiciones, como hace la sabina o como el agricultor que siembra en bancales. De hecho nuestra gastronomía sigue la misma filosofía, comemos lo que tenemos mezclado con la imaginación del isleño.

En Canarias el 7 es número mágico, al igual que el 3718 y vivir bajo las faldas no suena obsceno si es de las de un volcán de las que hablamos. Porque sí, somos tierra de lavas y volcanes, aunque a veces se nos olvide.

En esta tierra se amonesta la pasividad en la brega, así que hay que saber usar las mañas: burra, cango, pardelera o tronchada pueden hacer que el chico tumbe al grande, al puntal. No se permite quedarse quieto, y hay que moverse, ya sea a ritmo de carnaval o conducido por los alisios.


En la niñez te acompaña el olor a gofio recién molido en el molino o a pino que resiste y vuelve a rebrotar. Acompaña también el sueño de ser milenario como el drago de Icod, o gigante como el lagarto herreño o gomero. Hay tanto endemismo con el que compararse...

Somos pueblo emigrante, inmigrante, en definitiva, migrante. Canarias es América en el habla, Europa en lo legal y África en el mapa, y si no siempre llega la calima para recordarlo, siempre quedarán las dunas de Maspalomas como aviso. Somos buena gente, aunque como en Timanfaya siempre se esconda algún diablo.

Tierra afortunada, ya lo decían los griegos. Tan afortunados somos que aunque no se crea en vírgenes, Nieves, Reyes, Pino, Candelaria, Guadulpe o demás patronas te reciben con las puertas abiertas.


Ya he hablado de nacer y crecer aquí, ¿y morir? Es difícil elegir en qué isla morir, o dónde depositar los restos, si  por el riachuelo de la Caldera, en la arena de Papagayo, en el Mar de las Calmas o en lo más alto, ese volcán que lo mires por donde lo mires te atrapa.

Porque no lo olvidemos, en estas islas hay magia, aquí el hombre se hace enano cada cinco años, asumiendo eso de que cabe el hombre en un enano, cabe el mundo en una flor. Aquí la magia te recuerda que no solo se quiere a personas, también se puede querer a una tierra.

jueves, 21 de mayo de 2015

Amor de campaña (electoral)

No sé el porqué, pero este año tenía ganas de escribir sobre la campaña electoral. Lógicamente, quería hacerlo a mi estilo, básicamente porque no sé hacerlo de otra forma.  Pensé en escribir sobre los eslogan de los diferentes partidos políticos para los comicios, pero me encontré en un diario con un artículo (como este) que ya lo hacía por mí.

Lo siento por el PSOE, pero no voy a comentar eso de “gobernar para la mayoría”. Más siento no poder explayarme con una de las recurrentes frases que uno de los candidatos suele utilizar una que dice algo así como “hacer que las cosas sucedan”.

Entonces me puse a pensar, ¿qué podría decir sobre las elecciones que no se haya dicho?  Nombrar los tópicos que siempre acaban llegando por estas fechas, nombrar la fiesta de la democracia y tratar de convencerme de que el mayor enemigo es la abstención creo que está demasiado visto ya.

Un símil, esa es la forma de escribir que se me ocurrió. Relacionar las elecciones con algo. Y eso hice. Creo que la campaña electoral es como ser tronista de “Mujeres y hombres y viceversa”, programa que no veo, pero con una trama tan simple que no hace ser espectador habitual para saber de qué va.

Un tronista tiene varios candidatos que se pelean por ganar, capaces de hacer cualquier cosa por un voto, por ser los elegidos. Además, a la larga, se sabe que el candidato, logre o no el “éxito”, va a mentir.

Este peculiar amor durará 4 años en un caso y 4 días en el otro, además, en ambos escenarios no se es totalmente libre de elegir, estas son las opciones, no busques otras.

En definitiva, si fuera un concursante del citado reallity no sabría por dónde tirar.

Una candidata de derechas me haría soñar con que mi descendencia tuviera apellidos compuestos, con guión o sin guión. Vestirían de marca, estudiarían en el extranjero y  en vez de hucha tendrían una cuenta en Suiza. Aunque pensándolo mejor, si este amor solamente dura 4 años, no es momento para pensar en hijos.

Una amante nacionalista vería todo lugar como ideal, cualquier sitio sería bueno para entregarse al amor, cualquier “aquí” sería excusa para amar, lo malo sería que en cualquier lugar vería carencias y necesidad de reclamar a otros.

Si la aspirante fuera de izquierdas, sabría emular a Benedetti cuando decía eso de te quiero porque tu boca sabe gritar rebeldía”. Cada día habría ganas de montar una revolución.

Si fuera de centro, sería imprevisible, con ese punto de locura y ese misterio constante por saber por dónde va a salir.

Si fuera socialista, trataría de combatir, y a todo lo que hiciera me miraría con lupa.

No quiero ni pensar, qué pasaría si fuera comunista, probablemente pretendería ser de todos los demás, y ustedes perdonen, pero no soy tan abierto de mente como para pensar en ello.

El caso, es que a día de hoy no he decidido mi voto, y después de este símil se me acaban de quitar las ganas de pensar en política por hoy. Mañana, lo decido.


PD: sé que he usado más estereotipos que la Chacho Cola, espero que a estas alturas de la campaña no hayamos perdido el sentido del humor. Que gane el mejor, es decir, el menos malo (y sí, esto es otro tópico para la colección).