jueves, 30 de agosto de 2018

Punto.


Me apetecía escribir sobre la vida, no por tener ninguna receta mágica para ella, sino por mero desahogo. Me apetecía escribir sobre la vida y llegados a ese punto, decidí escribir sobre algo tan pequeño como los puntos.

Sé que me dejaré muchos puntos por el camino, pero tras un breve ejercicio de reflexión he recopilado más tipos de puntos de los que jamás imaginé.

Quedan todavía en mi piel recuerdos de algunos puntos de sutura, disfrazados ahora de cicatriz, a la que ya le dediqué unas palabras allá por enero de 2015, en mi rostro todavía asoma algún punto negro de vez en cuando. Y sí, también hallé puntos negros en algunas carreteras. Carreteras que recorrí con mis ¿15? puntos en el carnet de conducir.

A las en punto fui al punto de encuentro de siempre, y encontré puntual el abrazo esperado que abrigara cual jersey de punto.

En cada punto cardinal encontré algo nuevo, y en ocasiones perdí puntos sin quererlo. Porque sí, cada punto de inflexión en mi vida supuso un punto de no retorno y traté de asumirlo lo mejor que pude. El tiempo nunca vuelve.

Por un puñado de puntos en la clasificación me quedé sin volver a ver al Tenerife en Primera, y sí,  también me marcaron con algún punto negativo en algún cuaderno en el colegio. Para bien o para mal, nunca necesité más puntos para aprobar.

 Aprendí a perder, y cuando gané, lo hice en los puntos porque nunca fui talentoso ni para competir, ni para el punto de cruz. Gracias a eso, llevé al punto limpio rencores y miedos por si alguien se atrevía a darles una segunda vida.

Todavía tengo algún asunto en punto muerto, sigo comiendo la carne un poco más que en su punto y sigo sin saber poner las claras a punto de nieve y de qué va eso de a punto de caramelo.

Me dieron la puntilla, de mi boca salieron algunos puntazos y me junté con puntales, pero eso quizás lo cuente más adelante.

Escribí hace unos años (no recuerdo dónde) que un punto en principio siempre es un punto, y lo que le hace especial es su entorno, haciéndole suspensivo,  y aparte, final, y coma, o simplemente la mitad de dos puntos o una diéresis.

Me creí el más original del mundo con tal reflexión, y con el tiempo descubrí que Sabina ya había escrito aquello de:

'Lo atroz de la pasión es cuando pasa, cuando, al final de los finales, no lo siguen dos puntos suspensivos'

Y me quité el sombrero y punto pelota