Amigo, llegas a
los 29 y se acerca el momento de graduarte en vivir. Imagino que a estas
alturas de la película ya habrás descubierto que no hay manual de autoayuda que
valga, no hay más receta que vivir y vivir.
Te asustarán los
treinta, y el saber que antes, a esa edad, quienes no lucían alianza en su
dedo, tenían bebés durmiendo en la habitación de al lado. Pero no, no tengas
prisa.
Amigo, habrás
asumido ya que tu nombre no aparecerá en los rankings de millonarios antes de
los 30, pero estoy seguro de que ya habrás descubierto que la vida no va de eso.
Análizate, quiérete y verás que tu historia también merece la pena, aunque
ningún director ni escritor vaya a hacerlo obra.
Habrás
descubierto ya que los mejores placeres se encuentran en lo diminuto, aunque no
todos disfrutemos con lo mismo. No te prives, no olvides que de aquí a cien
años ya habrás muerto definitivamente, salvo que la ciencia lo evite.
Que la vida trae
obligaciones lo habrás podido comprobar ya con 29 años a tus espaldas, y
despedirse es una de ellas. Porque sí, según las circunstancias, despedirse puede
ser tan doloroso como sano. Y no, no creas a quienes dicen que todo vuelve,
porque no siempre es así. A veces vuelve lo que no necesitas, y otras lo que
necesitas, no vuelve.
Que desde que
nacemos estamos muriendo no debe ser ninguna sorpresa para ti a estas alturas
de la película, igual que no se nace una sola vez. Hoy solamente celebras 29
años de tu primer nacimiento.
Amigo, sigue
asumiendo y descubriendo complejos y no olvides que desnudarse no es un acto de
humillación sino de valentía.
Amigo, sigue
cumpliendo.