Tres cosas hay en la vida, salud, dinero y amor decían Los Panchos en quizás la más conocida de sus canciones, verdad que nadie que yo conozca se ha atrevido a negar. Por el contrario, en el mismo tema recitaban una oración que también me dejó marcado desde muy pequeño pero con el tiempo descubrí que no era del todo cierta.
“El que guarda siempre tiene” cantaban entre guitarras y demás instrumentos, es esta sin duda alguna la frase culpable de que yo presente el síndrome de Diógenes en una fase aún poco desarrollada. Guardo entre cajones objetos de lo más diverso, juguetes de mi infancia, regalos que venían en las cajas de cereales, o en los propios Happy Meal, envoltorios de comida, y peor aún comida sin más, por el mero hecho de ignorar si me sería útil en un futuro o no. Aprendí que Los Panchos me engañaban cuando un día fui a por la comida escondida y me encontré con bichos y golosinas duras.
Sin embargo no escarmenté y seguí guardando cosas como un tonto. Pasaron años y más años hasta que el tiempo paró en la semana pasada cuando aconsejado por mi padre llevé a validar la colección de bonos del tranvía que tenía.
No es momento para preguntarse por qué no hacen un bono con la cantidad exacta para que no sobre dinero, quizás en otro momento escriba sobre ello pero el caso es que ahora me veo con ocho euros y cuarenta céntimos que me pertenecen y no me quieren dar.
Y no, no me voy a resignar, no haré como cuando encontraba chocolatinas derretidas entre mis cosas por una simple razón, el dinero NO caduca.
Pueden caducar los yogures, las mangueras del gas, incluso los propios sentimientos, pero el dinero no caduca, el único que lo hace son las monedas de chocolate. Si uno quiere puede ir ahora al Banco de España y cambiar antiguas pesetas por euros, ¿por qué? Pues por la razón que sostengo, puede perder valor, puede ser cambiado por otra moneda, pero no, el dinero NO caduca. Además, sinceramente, no creo que Metropolitano de Tenerife tenga más poder que el Banco de España, y si por lo menos a la hora de comprar mi abono se me indicara que tengo un año para consumirlo otro gallo cantaría, pero ni en las máquinas expendedoras, ni en el tranvía mismo, ni en el propio bono así lo indica.
El caso es que ahora, con el fin de recuperar todos los caramelos que perdí me he propuesto bajar hasta la universidad caminando tantas mañanas como me sea posible e invertir así los setenta y cinco céntimos del viaje en tranvía a cualquier otra cosa.
miércoles, 27 de enero de 2010
martes, 19 de enero de 2010
Cuestión de amor, cuestión de creer
No conozco mejor forma de abstraerme que la música. Unos cascos, la brisa en la cara, y en los ojos un mundo totalmente diferente. Puede que haya pasado infinidad de veces por el mismo lugar, pero en ocasiones las canciones logran que me enfrente a un paisaje totalmente nuevo.
No quiero decir que en este mundo haya que abstraerse permanentemente, pero no puedo negar que hay momentos que el propio cuerpo me lo pide.
El caso es que estos últimos días me he visto obligado a utilizar tan económico método. Y sin darme cuenta, frases que antes pasaban desapercibido han logrado hacerme reflexionar.
Las sentencias en cuestión son las siguientes: “sin amor no hay futuro” y “hay un Dios en cada hombre, en ese debes creer”. Quizás hace unos años, estas oraciones serían carne de nick del Messenger, pero en esta ocasión no han ido a parar a ningún renglón sino a mi mente, allí las frases de artistas aparentemente tan diferentes me han invitado a cambiar mis deseos de futuro.
El caso es que, no seré yo quien descubra la pólvora, me he propuesto dejar de hacer cosas que realmente no quiero, y aspiro a poder hacer con mi vida lo que realmente me guste, día a día veo profesores a los que no les gusta su trabajo, policías cansados de sus labores, funcionarios desmotivados… y me atrevo a hacer el diagnóstico precoz de que lo que les falta es amor. No hablo de amor a sus familiares, parejas o equipos de fútbol, hablo de amor a su trabajo, amor a lo que hacen, ¿por qué no? Amor a la vida.
Y por ello únicamente deseo poder dedicar mi tiempo a lo que me guste, y no verme obligado a entregarme a causas que no comparto y así ante cualquier obstáculo creeré en mí. Y es aquí cuando entra en juego la segunda fracción de canción, puede que yo no sea un Dios ni nada parecido, pero antes de creer en entes que puede que no existan, creo es preferible creer en uno mismo ¿o no?.
Así que si me permiten un consejo más, crean en ustedes mismos, amen a cualquier reto al que se enfrenten.
Y como complemento a esta entrada les dejo un pequeño vídeo que quizás venga a decir lo mismo que acabo de hacer yo.
http://www.youtube.com/watch?v=6zlHAiddNUY
No quiero decir que en este mundo haya que abstraerse permanentemente, pero no puedo negar que hay momentos que el propio cuerpo me lo pide.
El caso es que estos últimos días me he visto obligado a utilizar tan económico método. Y sin darme cuenta, frases que antes pasaban desapercibido han logrado hacerme reflexionar.
Las sentencias en cuestión son las siguientes: “sin amor no hay futuro” y “hay un Dios en cada hombre, en ese debes creer”. Quizás hace unos años, estas oraciones serían carne de nick del Messenger, pero en esta ocasión no han ido a parar a ningún renglón sino a mi mente, allí las frases de artistas aparentemente tan diferentes me han invitado a cambiar mis deseos de futuro.
El caso es que, no seré yo quien descubra la pólvora, me he propuesto dejar de hacer cosas que realmente no quiero, y aspiro a poder hacer con mi vida lo que realmente me guste, día a día veo profesores a los que no les gusta su trabajo, policías cansados de sus labores, funcionarios desmotivados… y me atrevo a hacer el diagnóstico precoz de que lo que les falta es amor. No hablo de amor a sus familiares, parejas o equipos de fútbol, hablo de amor a su trabajo, amor a lo que hacen, ¿por qué no? Amor a la vida.
Y por ello únicamente deseo poder dedicar mi tiempo a lo que me guste, y no verme obligado a entregarme a causas que no comparto y así ante cualquier obstáculo creeré en mí. Y es aquí cuando entra en juego la segunda fracción de canción, puede que yo no sea un Dios ni nada parecido, pero antes de creer en entes que puede que no existan, creo es preferible creer en uno mismo ¿o no?.
Así que si me permiten un consejo más, crean en ustedes mismos, amen a cualquier reto al que se enfrenten.
Y como complemento a esta entrada les dejo un pequeño vídeo que quizás venga a decir lo mismo que acabo de hacer yo.
http://www.youtube.com/watch?v=6zlHAiddNUY
domingo, 17 de enero de 2010
Felicidad, ¿eso qué es?
Una vez más me asalta la duda de si realmente existe la felicidad o no es más que un invento, ni soy el primero en plantearme el tema, ni esta es la primera vez que la pregunta ronda mi cabeza. Sin embargo en esta ocasión me atrevo a darle una oportunidad a la felicidad y ponerle fecha a este sentimiento. 29 de enero a las 10 y media de la mañana aproximadamente, ese es el día, puede parecer una fecha muy lejana y puedo estar desaprovechando 12 días de mi vida para ser feliz. Pero háganme caso que a esa hora mi felicidad si Dios quiere será tan grande que habrá valido la pena. Pero al llegar la mañana siguiente probablemente la felicidad se camufle entre dolores de cabeza, y es que la felicidad no dura toda la vida, pero habita en millones de momentos. ¡Les deseo infinidad de momentos felices!
Que sean muy felices, y si oyen un gran grito el 29 no se asusten...
Que sean muy felices, y si oyen un gran grito el 29 no se asusten...
jueves, 14 de enero de 2010
¿No les ha pasado?
Como diría Maradonna, "con perdón de las damas", ¿no les ha pasado que allá donde mirán no hay más que atrevidos escotes? Pues mi día de hoy ha sido así, no sé si ha sido mera casualidad o que simplemente hoy he estado más atento, pero sin darme cuenta he encontrado una excusa más para explicar mi bajo rendimiento hoy en la biblioteca. La verdad no me explico a qué se debe tal exhibición en pleno invierno, pero desde aquí abogo porque no se me distraiga con tales armas, básicamente porque quiero sacar alguna asignatura.
Sin más me despido, pidiendo perdón antes por lo simple de esta entrada,pero es que me veía obligado a comentarlo, tranquilos que no caeré en el error de convertir este blog en un blog que merezca censura, y seguirá para todos los públicos.
Sin más me despido, pidiendo perdón antes por lo simple de esta entrada,pero es que me veía obligado a comentarlo, tranquilos que no caeré en el error de convertir este blog en un blog que merezca censura, y seguirá para todos los públicos.
miércoles, 13 de enero de 2010
Exámenes
Chuletas, red bulls, bibliotecas... y sobre todo nervios. Sí, estamos en exámenes, una vez más nos vemos obligados a tener que demostrar lo que sabemos, y es que como en la propia vida, no basta con saber, hay que querer demostrar y demostrar. Así que desde aquí lo único que puedo desearles es mucha suerte y que este período se haga lo más ameno posible. Y como diría un antiguo profesor mío, que Dios reparta suerte, porque como reparta justicia....
martes, 5 de enero de 2010
Me presento
Me gusta innovar, siempre y cuando sirva para algo, no es cuestión de innovar por el mero hecho de innovar, así que con el fin de no atentar contra el orden empezaré por donde debo empezar, por donde cualquier mortal lo haría, es decir, paso a presentarme.
Me llamo Daniel y nací un lunes por la mañana, evité así fastidiarles el fin de semana a mis padres. Sobra decir que por aquel entonces no había ni teléfonos móviles, ni Internet ni play stations, pero aún así recuerdo tener una infancia feliz.
Sin haber llegado a los 3 años comencé el colegio, y durante 12 años estuve viendo las mismas caras todas las mañanas, pese a ello, el último día de colegio me dio pena, y empecé a entender que a muchas de aquellas personas no las llegué a conocer tanto como yo creía.
Luego vinieron mis dos años de instituto, pasaron muy rápidamente, pero en parte contribuyó a que madura algo, el hecho de sentirse que está de paso hace que uno mire la vida de otra forma. Aún así guardo muy buenos amigos de aquella etapa.
Y casi sin darme cuenta llegué a la universidad, nunca he sido de esa clase de personas que tienen las cosas muy claras y por ello opté por estudiar Empresariales, puesto que era una de las carreras que menos puertas me cerraba. Todo tiene sus pros y sus contras, de hecho no creo que olvide el día que mi prima pequeña me preguntó qué iba a ser de mayor, aún sabiendo lo que estudiaba.
El caso es que si entablo la típica conversación de bar nadie me preguntará nada sobre la carrera, sino que surgirá la pregunta ¿estudias Empresariales, entonces conoces a …? Mientras que si alguien se cruza con un estudiante de Medicina, Derecho, Arquitectura… surgirán las preguntas clásicas, ¿tengo este hueso salido, es normal? ¿es verdad que es anticonstitucional negarte en la entrada en un bar? O ¿vas a diseñarme mi casa?
Lo que casi nadie sabe es que quizás nunca me enseñen a curar el cáncer o a trazar la circunferencia perfecta, pero sí me enseñarán que tras complejas fórmulas económicas siempre hay una enseñanza sobre la vida, y es que no se puede olvidar que la Economía nace de la escasez de recursos, y sin lugar a dudas el tiempo es el único y por consiguiente el más escaso de los recursos que tenemos. Nace así el término “coste de oportunidad” que resumido viene a decirnos que es casi más importante lo que dejamos de hacer que lo que realmente hacemos, y esa lección puede llegar a valer más de todo el dinero que llevo invertido en matricularme para la universidad, ¿por qué? Porque consejos así, al igual que el eslogan de un conocido anuncio, no tienen precio y hay que aplicarlos al mundo real, y aplicar al máximo el “carpe diem” y demás lemas sucedáneos.
Me llamo Daniel y nací un lunes por la mañana, evité así fastidiarles el fin de semana a mis padres. Sobra decir que por aquel entonces no había ni teléfonos móviles, ni Internet ni play stations, pero aún así recuerdo tener una infancia feliz.
Sin haber llegado a los 3 años comencé el colegio, y durante 12 años estuve viendo las mismas caras todas las mañanas, pese a ello, el último día de colegio me dio pena, y empecé a entender que a muchas de aquellas personas no las llegué a conocer tanto como yo creía.
Luego vinieron mis dos años de instituto, pasaron muy rápidamente, pero en parte contribuyó a que madura algo, el hecho de sentirse que está de paso hace que uno mire la vida de otra forma. Aún así guardo muy buenos amigos de aquella etapa.
Y casi sin darme cuenta llegué a la universidad, nunca he sido de esa clase de personas que tienen las cosas muy claras y por ello opté por estudiar Empresariales, puesto que era una de las carreras que menos puertas me cerraba. Todo tiene sus pros y sus contras, de hecho no creo que olvide el día que mi prima pequeña me preguntó qué iba a ser de mayor, aún sabiendo lo que estudiaba.
El caso es que si entablo la típica conversación de bar nadie me preguntará nada sobre la carrera, sino que surgirá la pregunta ¿estudias Empresariales, entonces conoces a …? Mientras que si alguien se cruza con un estudiante de Medicina, Derecho, Arquitectura… surgirán las preguntas clásicas, ¿tengo este hueso salido, es normal? ¿es verdad que es anticonstitucional negarte en la entrada en un bar? O ¿vas a diseñarme mi casa?
Lo que casi nadie sabe es que quizás nunca me enseñen a curar el cáncer o a trazar la circunferencia perfecta, pero sí me enseñarán que tras complejas fórmulas económicas siempre hay una enseñanza sobre la vida, y es que no se puede olvidar que la Economía nace de la escasez de recursos, y sin lugar a dudas el tiempo es el único y por consiguiente el más escaso de los recursos que tenemos. Nace así el término “coste de oportunidad” que resumido viene a decirnos que es casi más importante lo que dejamos de hacer que lo que realmente hacemos, y esa lección puede llegar a valer más de todo el dinero que llevo invertido en matricularme para la universidad, ¿por qué? Porque consejos así, al igual que el eslogan de un conocido anuncio, no tienen precio y hay que aplicarlos al mundo real, y aplicar al máximo el “carpe diem” y demás lemas sucedáneos.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)