Me gusta innovar, siempre y cuando sirva para algo, no es cuestión de innovar por el mero hecho de innovar, así que con el fin de no atentar contra el orden empezaré por donde debo empezar, por donde cualquier mortal lo haría, es decir, paso a presentarme.
Me llamo Daniel y nací un lunes por la mañana, evité así fastidiarles el fin de semana a mis padres. Sobra decir que por aquel entonces no había ni teléfonos móviles, ni Internet ni play stations, pero aún así recuerdo tener una infancia feliz.
Sin haber llegado a los 3 años comencé el colegio, y durante 12 años estuve viendo las mismas caras todas las mañanas, pese a ello, el último día de colegio me dio pena, y empecé a entender que a muchas de aquellas personas no las llegué a conocer tanto como yo creía.
Luego vinieron mis dos años de instituto, pasaron muy rápidamente, pero en parte contribuyó a que madura algo, el hecho de sentirse que está de paso hace que uno mire la vida de otra forma. Aún así guardo muy buenos amigos de aquella etapa.
Y casi sin darme cuenta llegué a la universidad, nunca he sido de esa clase de personas que tienen las cosas muy claras y por ello opté por estudiar Empresariales, puesto que era una de las carreras que menos puertas me cerraba. Todo tiene sus pros y sus contras, de hecho no creo que olvide el día que mi prima pequeña me preguntó qué iba a ser de mayor, aún sabiendo lo que estudiaba.
El caso es que si entablo la típica conversación de bar nadie me preguntará nada sobre la carrera, sino que surgirá la pregunta ¿estudias Empresariales, entonces conoces a …? Mientras que si alguien se cruza con un estudiante de Medicina, Derecho, Arquitectura… surgirán las preguntas clásicas, ¿tengo este hueso salido, es normal? ¿es verdad que es anticonstitucional negarte en la entrada en un bar? O ¿vas a diseñarme mi casa?
Lo que casi nadie sabe es que quizás nunca me enseñen a curar el cáncer o a trazar la circunferencia perfecta, pero sí me enseñarán que tras complejas fórmulas económicas siempre hay una enseñanza sobre la vida, y es que no se puede olvidar que la Economía nace de la escasez de recursos, y sin lugar a dudas el tiempo es el único y por consiguiente el más escaso de los recursos que tenemos. Nace así el término “coste de oportunidad” que resumido viene a decirnos que es casi más importante lo que dejamos de hacer que lo que realmente hacemos, y esa lección puede llegar a valer más de todo el dinero que llevo invertido en matricularme para la universidad, ¿por qué? Porque consejos así, al igual que el eslogan de un conocido anuncio, no tienen precio y hay que aplicarlos al mundo real, y aplicar al máximo el “carpe diem” y demás lemas sucedáneos.
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