Caminando de nuevo por las calles que hace unos meses frecuentaba casi a diario me topo con una pantalla que dice algo así como “Real Madrid y Barcelona ganan y todo sigue igual”. Fue lo único que recuerdo ver dentro de aquella administración de lotería, y por supuesto me hizo reflexionar eso de “todo sigue igual”.
Los que me conocen saben que siempre me ha impresionado eso del cambio, de hecho fue sobre lo último que escribí en mi etapa de “escritor para revistas”. En aquella ocasión nombraba a Heráclito, Parménides y alguna de sus ideas. En resumen, lo que venía a decir es que pese a que nada es inmutable, siempre habrá algo que permanecerá constante. Que en otras palabras, y llevado al tema del titular del Barcelona y el Madrid viene a ser que pese a que la distancia entre ambos equipos es la misma, no todo sigue igual, y por ejemplo resta un partido menos.
Sin embargo el asunto del fútbol me traía bastante sin cuidado y opté por llevar una frase tan confusa a mis circunstancias personales, pensé en que pese a que uno se va la vida continúa en el lugar que deja atrás, es una frase obvia pero cuesta asimilarla, básicamente porque la tendencia normal lleva a pensar que la vida es como un libro, que puedes cerrarlo y volver a abrirlo tantas veces como quieras y en su interior siempre pondrá lo mismo, y no, no es así, nuestros ojos nos muestran una parte ínfima del mundo y pese a que no podamos verlas, infinitas partes del mundo (menos una) son dejadas atrás.
Igual sensación tengo cuando a mi mente viene gente casi olvidada y por no haberlas visto durante un largo tiempo tiendo a pensar que se han estancado y que ya ni tan siquiera llevan a cabo sus funciones más vitales.
Por todo esto me veo obligado a ratificarme, y reconocer que no todo sigue igual, pero que no hay nada malo en el cambio, y es que incluso, cuando abrimos un libro y lo leemos otra vez vemos como ha podido cambiar, ya sea por el polvo, por el paso del tiempo, o por lo más importante de todo, porque los ojos con los que lo leemos no son los mismos.
Así que toca asimilar los cambios, tratar de afrontarlos y esperar que ante todo sean las buenas cosas las que permanezcan lo más inmóviles posible, y si cambian, que sea a mejor.
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