miércoles, 6 de abril de 2011
Mis temores
Hace unos meses comentaba que con el paso del tiempo mis miedos habían sufrido cambios, algunos permanecían y otros por su parte habían surgido, en fin, como la propia vida donde unos nacen, otros seguimos y por último otros ya no están. Quizás faltó precisión en mis afirmaciones, así que voy a intentar profundizar un poco en mis palabras, así que haciendo un gran ejercicio de síntesis voy a enumerar algunos temores que van más allá del dolor físico: Me aterra el hecho de que blackberrys, iphones y móviles en general nos dominen y dejemos de mirar al suelo, al cielo o al paisaje para centrarnos en sus pantallas. El problema no está simplemente en que se multiplique el número de tropiezos, sino en que nos olvidemos de ver la belleza que reside en todos esos lugares que existían mucho antes de que llegáramos. Temo también que desaparezcan tradiciones, y que cuando queramos salvarlas ya sea tarde. Acudiendo al término tradición en toda su amplitud, desde las tradicionales reuniones con viejos amigos que van perdiendo asiduidad hasta las tradiciones más artesanales que luchan por tener continuidad y no hay visos de que vayan a encontrar relevo. Otra duda que me nace es ¿qué pasaría si los pesimistas vencieran? Sería mi fin, y siento que cada vez ese día está más cerca pero prefiero no preguntarme qué pasaría si el optimismo que queda en mí desapareciese, pero un entorno cada día más gris, tirando a negro va ganando terreno y empiezo a preguntarme qué pasaría si me lo preguntara. Otro de mis miedos es el de acabar acostumbrándome a ceder la razón, a reconocerme culpable de cada acto, de cada hecho, lo que podría derivar en acabar acomplejándome un poco más y aborreciendo mi carácter crítico, total todas las culpas serían mías. Y por último en esta peculiar lista debo añadir el respeto que me imponen comentarios ajenos, y solamente me toca confiar en no caer en el error de creerme todo lo que me digan, ya sean críticas o halagos, de hecho si de algo tuviera que fiarme sería de las críticas, antes que de los halagos, aunque como suele pasar, es muy fácil decirlo y bastante más complicado llevarlo a cabo. Y a medida que escribo se me van pasando por mi cabeza potenciales temores y me sorprende saber que son muchos más de los que yo imaginaba, y empiezo a asustarme, básicamente porque no me creía tan débil, y por lo tanto creo que va a ser mejor dejarlo aquí, así no me asusto a mí mismo ni transmito mis debilidades para que algún estratega se aproveche de ellas.
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