PD: Sigue siendo una GRAN suerte vivir aquí
lunes, 30 de mayo de 2011
Ya se me olvidaba qué día era hoy...
Entre tanto cambio de blog casi se me olvidaba que hoy era Día de Canarias (con mayúsculas lo de Día)... y tirando de "hemeroteca" he llevado la vista atrás para ver lo que escribía hace ya un año, me sorprendo a mí mismo, ya que sigo pensando igual, de hecho me reafirmo en todo lo dicho, palabra por palabra, y más si cabe habiendo profundizado un poco más en la otra capital canaria. Dado que poco más puedo añadir, solamente me queda decir eso de "Feliz Día de Canarias"
Cambios en el blog
He vivido siempre al límite de la indecisión, nunca tuve claro qué estudiar, y peor aún nunca supe si quería o no a ciertas personas. Declaraciones innecesarias a un lado, he de reconocer que he estado un buen rato cambiando la apariencia de este blog y lo que más me ha costado decidir ha sido qué foto poner de fondo, pensé en poner una con una bandera a cuadros, pero eso de estar siempre pensando en la meta no es muy recomendable; existía también la opción de poner la imagen de una bodega, pero la broma estaría servida por un tiempo, montañas nevadas, ríos y letreros luminosos de Las Vegas me tentaron también. Imágenes de crucigramas, a forma de metáfora o cartones de huevos también eran opciones. (En el caso de los huevos hubiera dado juego con el nombre de este blog, y como comprenderán no es cuestión.
El caso es que dado que siempre ando quejándome de la falta de tiempo para este blog pero intento terminar siempre con una frase optimista he optado por la actual foto de una bicicleta aparentemente abandonada. ¿Motivo? No solamente por eso que dicen de "montar en bici nunca se olvida" sino porque pasar un ratito por este blog resulta siempre un soplo de aire fresco.
Y así varios motivos más como mis recuerdos de infancia por ejemplo, el caso es que espero que gusten estos cambios.
viernes, 27 de mayo de 2011
Tiempo
Si hay dos conceptos que me causan admiración, casi convertida en obsesión son el tiempo y el cambio. Sobre el cambio ya he escrito varias veces, pero aún así junto con el tiempo forman una curiosa combinación (cambio y tiempo, tiempo y cambio).
Somos tiempo, decía una antigua profesora, y quizás fue eso lo que más se me quedó de su clase (da que pensar sobre el sistema educativo que esto sea lo más importante que uno aprende en clase).
El caso es que miro el calendario y llevo mi vista atrás hacia el mismo día y mes de otro año y cual acto reflejo suena dentro de mí eso de “cómo pasa el tiempo”, o peor aún, miro el calendario y llevo mi vista hacia delante y pienso eso de “¿ya? Se me viene el tiempo encima”. Y viene tan tan encima que me aplasta. El caso es que se me ha ido ya casi un año fuera de casa y lo que parecía una eternidad ha resultado ser un suspiro, otra vez me ha ganado el tiempo, invicto en estas batallas, gran chamán que lo cura todo, o por lo menos lo relativiza, gran mago que ralentiza los malos momentos y acelera a la velocidad de la luz los buenos ratos, y quizás sea ese mi consuelo, si la vida se me ha hecho corta tiene que ser porque la he tratado de llenar con buenos momentos, con la sensación de carencia de tiempo siempre, dejando de conocer a gente maravillosa y buscando siempre el momento de reencontrarme con viejos amigos, momentos que todavía no han llegado.
Así que permitiéndome corregir a mi profesora, concluyo e que no somos tiempo, simplemente es el tiempo el que lo es todo: es la esperanza del preso, el regalo mutuo de una pareja de enamorados y a la vez todo lo que una pareja en crisis se pide ; es una de las partes de un contrato laboral, también la promesa del político, el deseo del estudiante apurado. Tiempo es el deseo de quien suspira por alguien que no le quiere, la goma que borra o difumina disgustos, el fármaco para pequeñas enfermedades, la última bala de quien busca desesperadamente trabajo, o el rival a batir del deportista, receta para la madurez, motivo de enfado de quien ve marchar su guagua sin él dentro e incluso la pila que nos mueve recordándonos que el fin está cerca. Y si vamos más allá, buen tiempo también es lo que busca quien quiere ir a la playa, o agua del tiempo quien quiere calmar su sed.
Puede que quizás no seamos tiempo, simplemente somos del tiempo, que no es lo mismo, tiempo que gasto escribiendo esto a modo de terapia entre tanta falta de horas para estudiar. Porque, dicen que reconocer un problema es el primer paso, ya he reconocido mi falta de tiempo, ¿qué toca ahora?
Somos tiempo, decía una antigua profesora, y quizás fue eso lo que más se me quedó de su clase (da que pensar sobre el sistema educativo que esto sea lo más importante que uno aprende en clase).
El caso es que miro el calendario y llevo mi vista atrás hacia el mismo día y mes de otro año y cual acto reflejo suena dentro de mí eso de “cómo pasa el tiempo”, o peor aún, miro el calendario y llevo mi vista hacia delante y pienso eso de “¿ya? Se me viene el tiempo encima”. Y viene tan tan encima que me aplasta. El caso es que se me ha ido ya casi un año fuera de casa y lo que parecía una eternidad ha resultado ser un suspiro, otra vez me ha ganado el tiempo, invicto en estas batallas, gran chamán que lo cura todo, o por lo menos lo relativiza, gran mago que ralentiza los malos momentos y acelera a la velocidad de la luz los buenos ratos, y quizás sea ese mi consuelo, si la vida se me ha hecho corta tiene que ser porque la he tratado de llenar con buenos momentos, con la sensación de carencia de tiempo siempre, dejando de conocer a gente maravillosa y buscando siempre el momento de reencontrarme con viejos amigos, momentos que todavía no han llegado.
Así que permitiéndome corregir a mi profesora, concluyo e que no somos tiempo, simplemente es el tiempo el que lo es todo: es la esperanza del preso, el regalo mutuo de una pareja de enamorados y a la vez todo lo que una pareja en crisis se pide ; es una de las partes de un contrato laboral, también la promesa del político, el deseo del estudiante apurado. Tiempo es el deseo de quien suspira por alguien que no le quiere, la goma que borra o difumina disgustos, el fármaco para pequeñas enfermedades, la última bala de quien busca desesperadamente trabajo, o el rival a batir del deportista, receta para la madurez, motivo de enfado de quien ve marchar su guagua sin él dentro e incluso la pila que nos mueve recordándonos que el fin está cerca. Y si vamos más allá, buen tiempo también es lo que busca quien quiere ir a la playa, o agua del tiempo quien quiere calmar su sed.
Puede que quizás no seamos tiempo, simplemente somos del tiempo, que no es lo mismo, tiempo que gasto escribiendo esto a modo de terapia entre tanta falta de horas para estudiar. Porque, dicen que reconocer un problema es el primer paso, ya he reconocido mi falta de tiempo, ¿qué toca ahora?
viernes, 13 de mayo de 2011
Llamémoslo desahogo
Llevo unos días con ganas de despacharme a gusto con todo el mundo, no sé si tanta rueda de prensa de José Mourinho ha hecho estragos en mí o si todo es fruto de la campaña electoral. Puede ser también que no haya razón de existir para esta sensación.
Siento desagradar, y me temo que no gustará lo que voy a escribir, pero en el fondo tendré que ser consecuente, como consecuentes son aquellos que critican a quienes contaminan y rechazan sacarse el carnet de conducir mientras otros hacen lo mismo pero se pasean con potentes deportivos.
Hablando de ser consecuentes no puedo olvidarme de quienes nombran derechos y se les llena la boca al pedir que se cumplan, y que les traten igual que los demás sin dar lo mismo que el resto, y créanme que no hablo de dinero ni nada parecido, y creo que no es necesario que empiece a definir lo que son obligaciones.
A raíz de este pensamiento van surgiendo otros y propiciado esta vez sí por la campaña electoral me da por pensar en el socialismo (no se salva nadie y en futuros párrafos hablaré del resto) y cómo bajo el nombre de este partido se refugia gente con los mejores coches, el mejor “check list” de lugares visitados, y sus hijos estudian en las mejores universidades del país, nada ilícito, pero por favor que no me digan luego que tu partido es “obrero” porque no cuela, y si realmente lo son que dejen claro que no pertenecen a la tercera acepción de la RAE, esa que dice “ m. y f. Trabajador manual retribuido” . Y es que tras una breve reflexión caigo en que no conozco a muchos socialistas humildes y a la gente humilde que conozco y se considera de izquierda tira más para el extremo, y la moraleja que saco es que es demasiado fácil ser socialista cuando se tiene dinero. Y parafraseo a Nach con eso de que tenemos un “partido socialista que no practica el socialismo” y que conste que me encantan las intenciones que esconde el socialismo pero su puesta en marcha dista mucho de lo ideal.
La derecha tampoco se va a librar de mi ataque de “sinceridad” y es que nadie que se dedique a poner zancadillas en vez de ayudar se merece mi total respeto, lo siento, pero con el paso del tiempo he aprendido a alejarme de las malas vibraciones.
Tampoco se libran de la quema nacionalistas que proclaman y venden los beneficios de su tierra pero luego consumen productos de fuera, por el simple hecho de que lo de fuera es siempre mejor, con este tema podría llenar hojas y hojas, y no es mi intención.
Política aparte me cabrea también ver como quien realmente necesita ayuda no la recibe y quien puede seguir sin ella la recibe y la invierte en cosas innecesarias. Becas que se convierten en interraíles, coches, prótesis mamarias, viajes, fiestas, ropa, tatuajes… subvenciones que se piden por ser pedidas, Erasmus alcoholizándose a costa de los contribuyentes, ayudas que nunca llegan a su destinatario, chanchullos y más chanchullos mientras quien realmente necesita apoyo para poder seguir no lo tiene. Gracias a dios, en este aspecto tengo la conciencia tranquila, y la única ayuda que he recibido tiene apellidos y nombre, y ese apellido casualmente es igual al mío, porque ha sido mi familia quien único ha financiado mi trayectoria (que yo sepa). Dentro de la familia, lógicamente van mis padres, quienes me regalaron hace unos días un libro llamado “Reacciona” y aún así no he logrado reaccionar ante tanto parásito con el que me encuentro casi a diario, y sigo poco más que poniendo la mejilla para que golpeen con la intensidad que quieran.
Y debo empezar a parar, porque algo me dice que puedo meterme en problemas, pero que nadie es tan bueno como él cree ni tan malo como sus detractores piensan es todo un hecho.
Como si el destino hubiera querido que dejara ya de rajar, mientras preparaba en mi cabeza esta entrada suena el timbre, y ante mi sorpresa me encuentro con el vecino de origen somalí que viene a despedirse porque se marcha a Londres, aún queda gente buena o por lo menos con buenas intenciones y algo de educación, y así logro ver que aún a mi pesar, y pese a que estaba empezando a desconfiar, todavía quedan motivos para creer en la raza humana.
Siento desagradar, y me temo que no gustará lo que voy a escribir, pero en el fondo tendré que ser consecuente, como consecuentes son aquellos que critican a quienes contaminan y rechazan sacarse el carnet de conducir mientras otros hacen lo mismo pero se pasean con potentes deportivos.
Hablando de ser consecuentes no puedo olvidarme de quienes nombran derechos y se les llena la boca al pedir que se cumplan, y que les traten igual que los demás sin dar lo mismo que el resto, y créanme que no hablo de dinero ni nada parecido, y creo que no es necesario que empiece a definir lo que son obligaciones.
A raíz de este pensamiento van surgiendo otros y propiciado esta vez sí por la campaña electoral me da por pensar en el socialismo (no se salva nadie y en futuros párrafos hablaré del resto) y cómo bajo el nombre de este partido se refugia gente con los mejores coches, el mejor “check list” de lugares visitados, y sus hijos estudian en las mejores universidades del país, nada ilícito, pero por favor que no me digan luego que tu partido es “obrero” porque no cuela, y si realmente lo son que dejen claro que no pertenecen a la tercera acepción de la RAE, esa que dice “ m. y f. Trabajador manual retribuido” . Y es que tras una breve reflexión caigo en que no conozco a muchos socialistas humildes y a la gente humilde que conozco y se considera de izquierda tira más para el extremo, y la moraleja que saco es que es demasiado fácil ser socialista cuando se tiene dinero. Y parafraseo a Nach con eso de que tenemos un “partido socialista que no practica el socialismo” y que conste que me encantan las intenciones que esconde el socialismo pero su puesta en marcha dista mucho de lo ideal.
La derecha tampoco se va a librar de mi ataque de “sinceridad” y es que nadie que se dedique a poner zancadillas en vez de ayudar se merece mi total respeto, lo siento, pero con el paso del tiempo he aprendido a alejarme de las malas vibraciones.
Tampoco se libran de la quema nacionalistas que proclaman y venden los beneficios de su tierra pero luego consumen productos de fuera, por el simple hecho de que lo de fuera es siempre mejor, con este tema podría llenar hojas y hojas, y no es mi intención.
Política aparte me cabrea también ver como quien realmente necesita ayuda no la recibe y quien puede seguir sin ella la recibe y la invierte en cosas innecesarias. Becas que se convierten en interraíles, coches, prótesis mamarias, viajes, fiestas, ropa, tatuajes… subvenciones que se piden por ser pedidas, Erasmus alcoholizándose a costa de los contribuyentes, ayudas que nunca llegan a su destinatario, chanchullos y más chanchullos mientras quien realmente necesita apoyo para poder seguir no lo tiene. Gracias a dios, en este aspecto tengo la conciencia tranquila, y la única ayuda que he recibido tiene apellidos y nombre, y ese apellido casualmente es igual al mío, porque ha sido mi familia quien único ha financiado mi trayectoria (que yo sepa). Dentro de la familia, lógicamente van mis padres, quienes me regalaron hace unos días un libro llamado “Reacciona” y aún así no he logrado reaccionar ante tanto parásito con el que me encuentro casi a diario, y sigo poco más que poniendo la mejilla para que golpeen con la intensidad que quieran.
Y debo empezar a parar, porque algo me dice que puedo meterme en problemas, pero que nadie es tan bueno como él cree ni tan malo como sus detractores piensan es todo un hecho.
Como si el destino hubiera querido que dejara ya de rajar, mientras preparaba en mi cabeza esta entrada suena el timbre, y ante mi sorpresa me encuentro con el vecino de origen somalí que viene a despedirse porque se marcha a Londres, aún queda gente buena o por lo menos con buenas intenciones y algo de educación, y así logro ver que aún a mi pesar, y pese a que estaba empezando a desconfiar, todavía quedan motivos para creer en la raza humana.
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