Si hay dos conceptos que me causan admiración, casi convertida en obsesión son el tiempo y el cambio. Sobre el cambio ya he escrito varias veces, pero aún así junto con el tiempo forman una curiosa combinación (cambio y tiempo, tiempo y cambio).
Somos tiempo, decía una antigua profesora, y quizás fue eso lo que más se me quedó de su clase (da que pensar sobre el sistema educativo que esto sea lo más importante que uno aprende en clase).
El caso es que miro el calendario y llevo mi vista atrás hacia el mismo día y mes de otro año y cual acto reflejo suena dentro de mí eso de “cómo pasa el tiempo”, o peor aún, miro el calendario y llevo mi vista hacia delante y pienso eso de “¿ya? Se me viene el tiempo encima”. Y viene tan tan encima que me aplasta. El caso es que se me ha ido ya casi un año fuera de casa y lo que parecía una eternidad ha resultado ser un suspiro, otra vez me ha ganado el tiempo, invicto en estas batallas, gran chamán que lo cura todo, o por lo menos lo relativiza, gran mago que ralentiza los malos momentos y acelera a la velocidad de la luz los buenos ratos, y quizás sea ese mi consuelo, si la vida se me ha hecho corta tiene que ser porque la he tratado de llenar con buenos momentos, con la sensación de carencia de tiempo siempre, dejando de conocer a gente maravillosa y buscando siempre el momento de reencontrarme con viejos amigos, momentos que todavía no han llegado.
Así que permitiéndome corregir a mi profesora, concluyo e que no somos tiempo, simplemente es el tiempo el que lo es todo: es la esperanza del preso, el regalo mutuo de una pareja de enamorados y a la vez todo lo que una pareja en crisis se pide ; es una de las partes de un contrato laboral, también la promesa del político, el deseo del estudiante apurado. Tiempo es el deseo de quien suspira por alguien que no le quiere, la goma que borra o difumina disgustos, el fármaco para pequeñas enfermedades, la última bala de quien busca desesperadamente trabajo, o el rival a batir del deportista, receta para la madurez, motivo de enfado de quien ve marchar su guagua sin él dentro e incluso la pila que nos mueve recordándonos que el fin está cerca. Y si vamos más allá, buen tiempo también es lo que busca quien quiere ir a la playa, o agua del tiempo quien quiere calmar su sed.
Puede que quizás no seamos tiempo, simplemente somos del tiempo, que no es lo mismo, tiempo que gasto escribiendo esto a modo de terapia entre tanta falta de horas para estudiar. Porque, dicen que reconocer un problema es el primer paso, ya he reconocido mi falta de tiempo, ¿qué toca ahora?
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