No es la primera vez que me pasa pero llevo un tiempo en busca de la palabra precisa, esa que diga lo que pienso y además suene bien, esa que sea original y deje claras mis intenciones. Mil rodeos y malabares, palabras que no encajan en este puzle, para al final llegar a la conclusión de que la palabra ya está más que inventada, quizás desgastada y puede que también mal utilizada en muchas ocasiones. Gracias es la palabra que necesitaba. Dice la canción eso de “Gracias a la vida que me he dado tanto”, gracias a la gente que compone mi vida que me ha enseñado tanto, corrijo yo.
El caso es que al volver a casa me encuentro con situaciones que me reconfortan, pese a este pequeño síndrome “post-erasmus” que no niego poder estar padeciendo. En primer lugar agradezco el cruzarme con gente por la calle que no confiaba en mí, porque me han enseñado que en el fondo no soy tan rencoroso como creía y no tengo problema alguno en dedicar un par de minutos de mi tiempo a gente a la que otros le darían la espalda. Por otra parte agradezco a mi familia el haberme permitido ser el típico niño que en vez de jugar con otros niños se quedaba con los adultos en la mesa, porque es ahí donde aprendí muchas de las cosas que hoy sé, haciendo un gran esfuerzo por estar callado y escuchando, en otras palabras siendo “ropa tendida”.
Sería también muy absurdo no agradecer a mis amigos el saber esperar para verme, y sobretodo el querer verme, el apoyo emocional prestado desde la distancia, igual que tampoco puedo olvidarme de tonta esa gente, potenciales amigos que a su manera me han acompañado en este tramo fuera de casa, recordándome, por si acaso se me fuera a olvidar que como bien dice la definición de sinergia, el resultado de la unión de dos o más elementos es mayor que el de cada elemento por separado, y ahora dejo que se cambie la palabra elemento por “isla”.
Por último y sí por ello más importante, para por una vez ser claro y breve debo decir que me parece cuanto menos curioso que tal día como hoy pero hace seis años tuviera lugar el peor día de mi vida y que hoy más de un lustro después venga a dar gracias al mundo. Gracias a ese día aprendí lo fugaz que es la vida, el “carpe diem” y demás frases de carpeta de estudiante y tatuaje de nostálgico pasaron de ser un mero tópico a ser una lección aprendida, enseñándome que en un segundo puede cambiar todo, sin embargo no le doy las gracias para nada a la vida por esa mala jugada, me quedo con el aprendizaje y punto.
En conclusión, por si no queda claro, gracias por haber ayudado en mi formación, no solo académicamente sino también personal, que al fin y al cabo es lo que importa, de nada vale un buen currículum vitae sin tener el cariño del prójimo, y yo por lo menos siento haberlo tenido este año.
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