He vuelto tras un largo viaje y me veo casi obligado a hacer
un pequeño resumen del lugar visitado. Ojalá pudiera escribir sobre las
sensaciones experimentadas o sobre mi valoración de tal aventura pero creo que
necesitaré tiempo para poder procesarlo.
Es cierto lo que la tele nos cuenta, Japón tiene
escurridizas geishas, extraños “váters”, taxis que abren sus puertas solas,
mangas, trenes bala o el Monte Fuji…. Pero también hay muchas cosas que no
llegan a nuestros oídos y también merecen ser conocidas. Japón tiene mucho.
Japón tiene orden, quizás como forma de expresión del
respeto que también tiene. Respeto a sus tradiciones, a las personas, o al
mismo dinero.
Japón tiene también guiños de querer estar en, por y para el
mundo, y como mundo globalizado tiene en cada esquina un Mcdonalds, un Burger
King, un KFC, un Starbucks o un Zara.
Japón tiene ganas de crecer, hacia arriba, al igual que sus
rascacielos.
Japón, al igual que Estados Unidos quiere hacerlo todo a lo
grande, así es normal encontrar salones recreativos, sex shops, museos de
Historia o tiendas de electrónica de más de 7 plantas.
Japón tiene complejos y vergüenza de otra forma no me
explico que en muchos bares se vete a turistas.
Japón tiene sus miedos también, pero en vez de lamentarse hace
todo lo posible por enfrentarse a ellos.
Japón tiene sonrisas que se retornan, pero hay que saber
buscarlas, rara vez nacen de los japoneses, pero si les sonríes rara vez te
negarán su sonrisa.
Japón (Tokyo) tiene la capacidad de con tanto cemento hacerte
recordar a Cat Stevens y a Maná con su “Where do the children play?” o “¿Dónde
jugarán los niños?” respectivamente.
Japón tiene silencios entre tumultos, ya sea en el metro o
en medio del paso de peatones más transitado del mundo (nunca olvidaré el
momento en el que escuché el anuncio de Red Bull mientras cruzaba el paso de
peatones de Shibuya).
Japón con tantas luces y neones tiene ceguera, como quien lo
ha visto todo y ya nada le sorprende.
También tiene Japón (Tokyo) pequeños gestos que le
humanizan. Y esto es algo que siempre he criticado de las grandes ciudades, el
hecho de que con tanta rata a la carrera por la jungla de cemento casi nadie se
acuerde de vivir. Tokyo también tiene fiestas de verano en la calle, que hacen
que por fin se vea a gente hablando en la calle, sin prisas, viviendo al fin y
al cabo. Y por si esto humanizara poco, Japón tiene también chicas y chicos de
compañía para recordarnos que el tener vicios es algo inalienable a los seres
humanos.
Japón tiene a la chica del metro de Tokyo que escucha a los
Black Eyed Peas, quizás algún día volvamos a saber de ella.
Japón tiene que ser visitado al menos una vez en la vida.
Japón tiene una parte de mí igual que yo tengo una parte de
Japón en mí
Nota: una vez más, tengo que matizar que es imposible conocer un país entero en poco tiempo, o incluso en toda una vida, por lo que muchas veces, más que Japón habría que decir Tokyo o determinados barrios, para ser más precisos.
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