viernes, 22 de junio de 2012

La guitarra que jamás toqué


En los altillos de mi casa, junto a antiguos disfraces de carnavales yacen una guitarra y un timple, probablemente la última vez que de ellos salió música de verdad yo ni había nacido, y desde ese entonces hasta ahora han tenido que conformarse con emitir ruido con nula frecuencia y como parte de algún que otro sucedáneo de show íntimo sin público alguno fruto de los sueños de un niño. 

Mi historia con la música no es una relación amor-odio, simplemente es amor-frustración, y es que siempre soñé con ser músico, y más concretamente cantante, pero la realidad de mis carencias auditivas me frenó mucho antes de empezar a soñar. Pese a ello, de vez en cuando me pica el gusanillo por saber qué se siente desde lo alto de un escenario viendo a un público entregado pendiente de ti. Esa sensación está solamente al alcance de los profesionales de la música y de los políticos en un mitin. De hecho me atrevería a decir que entre los políticos se esconde algún que otro cantante frustrado con mono de ver el mundo desde un escenario. Por no decir que hay alguno que otro que da el cante.

Sin embargo no es eso lo que más envidio de quienes trabajan con notas musicales. Lo que más envidio y admiro es poder generar emociones con algo que uno ha escrito y ver en un concierto cómo los demás reaccionan con las palabras que uno ha ordenado.

A veces en mi cabeza varias palabras bailan entre sí y se enamoran entre ellas, surgiendo frases o ideas tan curiosas que publicarlas en Twitter me daría pena, sería como prostituirlas y dejar que cualquiera en cualquier lugar del mundo pudiera acabar con el orden que yo mismo decidí darle alterando la intimidad de palabras que estrenan noviazgo.

Si tuviera talento creo que ya habría tratado de ponerle letra y música a mi última idea.  Esta ocurrencia está inspirada en quienes buscan (buscamos) un mundo mejor, ideamos mil formas complejas de lograr este cambio. Pero para mí es mucho más fácil, para que MI mundo sea mejor no necesito revoluciones políticas ni rescates ni enormes ejércitos, solamente te necesito a mi lado, con algo tan simple mi mundo será mucho mejor.

Gracias a todos los que conforman mi mundo,  por hacerlo mucho mejor día a día, mes a mes,o año a año, cada uno a su manera, cada uno con la dosis justa. GRACIAS


 Espero traerme muchas más cosas sobre las que escribir tras ampliar mi mundo.

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