martes, 22 de octubre de 2013

Reflexión de cumpleaños: Todo esto pasó con 23

Recuerdo que de pequeño jugaba a ser grande. Nada especial, creo que muchos también lo hicieron. Y quienes no lo hacían era porque simplemente jugaban a hacerse el grande. La edad con la que solía imaginarme era con 23, creo que ya he escrito sobre ello anteriormente pero el número 23 siempre tuvo un significado especial para mí. El caso es que el momento con el que tanto especulé ya llegó, e incluso ya terminó. No recuerdo qué tipo de situación esperaba tener con esta edad pero lejos de sueldos millonarios, grandes mansiones, coches voladores propios y demás locuras de niño me veo obligado a hacer una reflexión en voz alta (aunque sea escrita) sobre la edad que ya abandono (o me abandona no sé bien).

He oído en multitud en ocasiones que todo estaba inventado ya, y también escuché a gente negar tal afirmación. Aún los años no me han dado la experiencia suficiente para tener una respuesta clara, pero los 23 sí me han demostrado que todavía hay cosas a las que no sé ponerles un nombre claro.

Fui emigrante con 23, con todo lo que ello conlleva. Mi primera noche de reyes sin regalos pero a la vez el mejor regalo de Navidad que jamás tuve, un abrazo de mis padres. Unos carnavales fuera, una nueva concepción del mundo y alguna que otra persona opositando a acompañarme con su amistad me traje a mi regreso. Todo esto me enseñó que a veces sí hay distancias que se pueden salvar.

 También fui “ni-ni” durante unos meses con 23 aunque luego volví a las aulas y ahora esta semana ha sido la de mi incorporación al mundo laboral. Lo que viene a confirmar una vez más que mi principal activo son la gente que me rodea, quienes confiaron en mí y con fe o no me dijeron eso de ‘no te desanimes, algo saldrá’ , y sobretodo quienes hablaron a sus jefes de mí. Gracias, no sé si leerán esto, pero ellos (ustedes) saben quiénes son.

Me sigue dando vértigo cumplir años, creo que eso no cambiará nunca, pero no asimilo aún que aquel niño sin grandes preocupaciones ahora debe empezar a pensar el rumbo que quiere que su vida coja. Si ahora al leer esto estás tentado de coger el teléfono y preguntarme si estoy bien te diré que no es necesario, aunque tampoco le hago ascos a hablar un rato contigo. Pero no, no te preocupes, la vida me ha enseñado que uno no puede controlar el rumbo que quiere para su vida. Lo que tenga que llegar llegará pero no estará para nada en el lugar que pensamos sino en el lugar que creamos (del verbo creer en primer lugar).

Para quienes no lo sepan yo fui aquel niño al que le decían que al llegar “la mili” ya empezaría a comer pescado, verduras y demás comidas sanas. Y no, no solamente me libré de ir al cuartel sino que ya con 24 años sigo siendo muy selecto con lo que como aunque a mi favor diré que con los años trato de darle más oportunidades a los alimentos, al igual que a las personas. Aún no me he comido a nadie, y tampoco me han crecido los dedos de los pies.


Para concluir debo decir que pese a que mi ambición me hace esperar que vengan años mejores no me importaría que el resto de años de mi vida arrojen un saldo tan positivo como el de estos 23 años. Gracias a todos los que han formado parte un ratito de mis 23, y a quienes no también agradecerles su ausencia por hacerme un poquito más fuerte. Los 24 traerán seguramente alegrías y desilusiones, si quieres que las compartamos, aquí me tienes.

1 comentario:

  1. Dani, ya te lo he dicho alguna vez pero te lo repito. Los años te han hecho sabio, pero no demasiado porque sigues abierto a lo nuevo.
    Un abrazo y otra vez, felicidades.

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