miércoles, 15 de enero de 2014

Agua

Todos, tendemos a olvidar cómo pensábamos con 13 años. Incluso quien aún actúa como si estuviera en plena edad del pavo probablemente haya olvidado la forma de ver el mundo que tenía con tan nombrada edad. Personalmente, creo que si pudiera volver al pasado debería darme un par de bofetones, aunque sé que candidatas y candidatos no faltarían en esta o aquella época.

Hacer limpia es algo que aunque no me gusta nada, me inspira. Les pongo en situación, el otro día mientras revisaba viejos recuerdos, recordé (para eso están los recuerdos) una vieja redacción en la que tenía que hablar sobre el agua. Tenía 13 años, y para mí el agua quizás no fuera más que eso que sale del grifo cada vez que uno quiere. Puede que también en mi cabeza rondara el dato que dice que somos agua al 80%. El caso es que en mi cabeza no cabía que aún viviendo en una isla, rodeado de mar, mi padre me dijera que el agua era (y es) un bien escaso.

Después llegó la Expo de Zaragoza, dedicada al agua y fui comprendiendo poco a poco la importancia del agua.

Y de repente, no sé bien cuándo, caí en la cuenta de que la importancia del agua era tanta que traspasaba la literalidad para establecerse en más de las expresiones de las que a priori pensamos.

Hay gente a la que le falta un agua y están como una regadera.

También hay gente que va a la deriva, hundida. Muchos de ellos, cual náufrago buscan forma de ahogar sus penas.

Otros no hacen más que aguar las fiestas, allá donde van mientras ven como los demás esperan como agua de mayo que cambien su actitud.

A las personas también se nos puede regar, no con agua, sino con cariño. De hecho, me atrevería a decir que el cariño y el afecto, en muchas ocasiones puede llegar a ser casi tan importante como el agua para sobrevivir. Además, hay que saber darlo en la cantidad apropiada, para así ni secar ni pudrir a quien queremos.


Y sí, tras más de una década ratifico que el agua es más que dos partículas de Hidrógeno con una de Oxígeno.

Esta entrada va dedicada a quienes me riegan, a quienes no me regaron, y sobretodo a quienes aún necesitando mi cariño no regué demasiado por estarme dedicando a regar cactus que no me necesitaban. A todas esas grandes ramas sequitas les mando un poco de agüita.








(No, la canción de los chicos de OT no contribuyó a mi comprensión de la importancia del agua)

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