Fue hace justo una semana, tras un soso empate a cero del Tenerife y tras una caliente infusión de post-partido. No recuerdo bien en qué iba pensando, pero supongo que en las clásicas cosas que uno piensa al volante un domingo por la tarde: que si ya mañana es lunes otra vez, que si una victoria hubiera sido clave para el equipo, que si no puedo olvidarme de poner gasolina...
Y entonces la vi, traté un tiempo en dar crédito a lo que veía, pero sí, era cierto, ella portaba una bolsa y de espaldas tenía la apariencia de una señora de tercera edad (eufemismo que nunca me gustó mucho). Caminaba por el arcén de la autopista, atravesando un túnel. Toda una temeridad. Pensé en tocarle la pita, pero de nada valdría, en el peor de los casos hasta la asustaría.
Entonces decidí que llamaría a la policía, pero nunca he tenido muy claro a quién le corresponde, si a la Local, la Guardia Civil, la Policía Nacional o la Policía Canaria (a.k.a. "La Guanchancha"). Por lo tanto, pensando que mejor no meterme donde no me llaman, y esperando que alguien con las competencias de las fuerzas del orden claras decidí llegar a casa y despreocuparme.
Y llegó el lunes, y con él, mi ya tradicional repaso de la prensa, en busca de noticias de interés para la empresa, y me topé con esta noticia.
http://www.laopinion.es/sucesos/2016/01/25/mujer-herida-grave-atropellada-autopista/651834.html
No pude reprimir mi enfado, ni la sorpresa ni tan siquiera la sensación de sentirme un poco menos persona. Igual que no pude evitar sentirme un poco culpable, tanto yo como todos los conductores que la vieron caminar y no hicieron nada por evitarlo. No quiero parecer demagogo, pero me atrevo a decir que en otra época, pese a no tener móviles ni tantas tecnologías, no hubiéramos permitido que la señora caminara por una zona tan peligrosa. Discúlpeme señora, no sé qué pasó con usted, pero sí sé lo que nos pasa a los demás.
domingo, 31 de enero de 2016
martes, 19 de enero de 2016
Huecos
Oigo de refilón como alguien dice algo así como "estoy tratando de hacerme un hueco, pero este mundillo es muy complicado" y automáticamente pienso en la de huecos que a diario buscamos llenar no en este mundillo, sino en este Mundo (con mayúscula para enfatizar). Quizás ahora tu mente se active y esperes un Sombras de Grey, pero no, hay más huecos que llenar que ese que piensas.
A diario buscamos un hueco en el que aparcar, a la par que topamos con cabezas huecas que no razonan, lo mejor es adaptarse a ellas y no tratar de llenarlas, no sirve de nada, créeme. Más agradable es ver como te hacen hueco en el sillón porque empieza tu serie favorita, o como si nos pegamos todos un poco más te hacemos un hueco y de paso nos damos calor.
También te hace hueco para tu maleta la azafata de Ryanair, o mejor dicho, la de Binter que suelen ser más simpáticas. Al peluquero le pido un hueco para que me corte al pelo y a aquel amigo de tierras lejanas que me haga un hueco en su casa, con el sillón cama me vale.
Sin pensarlo mucho, me atrevo a decir que no hay hueco más simpático que el de la boca de los niños que acaban de perder sus paletas "de leche", ese hueco se llenará, pero valdrá la pena hacerle reír para ver tal hueco.
Hay quien deja huecos que no pueden ser rellenados, hay corazones que suenan a hueco y huecos que solo pueden ser ocupados con corazón.
¿Y qué me dices del hogar? Cuanto más hueco tienes, más cosas que no sabes si quieres guardar, pero siempre falta un hueco para tener a mano tantas y tantas cosas... Y qué alegría da ver que aún queda un hueco en la pared para colgar aquel cuadro, o aquella foto de aquel viaje en que tanto disfrutaste.
En definitiva, todos tenemos que hacernos hueco, pero igual de importante es hacérselo a otros y que nos lo hagan.
A todos los que de una forma u otra me han hecho un hueco, gracias.
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