domingo, 23 de octubre de 2016

Visto 27

Hoy estreno nueva edad. Y sí, estrenar es el verbo más correcto, porque he llegado a la conclusión de que la edad no se tiene, la edad se viste. Quizás anden menos equivocados los angloparlantes que afirman que en la edad se está o se es.

Sí, la edad como ente pasajero que es, se viste, al igual que el nombre o los apellidos. O los acentos y las palabras.

Y ahora me surge la duda, ¿hay algo que no se pueda vestir?

Porque también se visten los fracasos, las ojeras, las resacas o los 87.600 enamoramientos que llevo encima, y sus respectivos desencantos (es un número aproximado, calculado en base a que a diario y desde los 3 años, me suelo enamorar unas 10 veces diarias, quizás en verano más).

Visto cicatrices, con la esperanza de que la rosa mosqueta cumpla con su fama y las elimine. Igual que de vez en cuando visto mi cara con sonrisas y algunas lágrimas.

Evidentemente, se visten también las joyas, los maquillajes o los relojes. Puede ser tan clara esta afirmación que no merece más comentarios.

La vida también se viste, a veces de gala , y otras veces con chándal y esa camisa de aquella exposición que tiene ya algún que otro lustro.

Y la verdad que desnudo, tal y como nací ya apenas paso el tiempo, mis 8 minutos de ducha diaria (sí, pese a mi pelo, en menos de 8 minutos suelo despachar mi higiene) y algún día en aquella playa que no olvido, porque no puedo y quizás no quiero. Y ahí me visto de recuerdos, porque sí, ya sabes lo que voy a decir, los recuerdos también se visten.

Visto rojo en las mejillas cuando me sacan los colores, igual que visto desilusiones y muchas cosas que no se ven, pero se sienten. Haciendo un juego de palabras, me permito decir que visto todas esas cosas que no he visto pero he sentido.


He vestido abrazos que me han abrigado más que muchas chaquetas. Actitudes, prejuicios y quizás una apariencia que no se corresponde también han formado parte de mi vestimenta.

Vestí despedidas y sus dulces regresos cuando no fueron amargos.

Y ya para concluir, debo reconocer 27 años es un buen vestido, pero por muy bien que me pueda sentar, en 12 meses cambiaré de talla (aunque también digo que o muero con 100 o muero con 27 como los grandes).

Podría seguir enumerando las cosas que he vestido, pero tampoco  se trata de desnudar toda mi intimidad.


Solamente me gustaría matizar que vestir no es lo mismo que disfrazar (eso ya da para otra entrada). 

1 comentario:

  1. Felicidades por tan buena vestimenta. La mía ya está un poco más ajadita pero todavía me protege de las inclemencias. Un abrazo.

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