sábado, 12 de octubre de 2019

Mi país

Hoy, que todos hablan de banderas y de nación, de modelos de país, de rupturas y conquistas, no se me ocurre otra cosa que escribir de mi país favorito, el país más rico del mundo.

Mi país es una isla, pero no es la que crees. Mide 150x190 cms, 28.500 centímetros cuadrados, sin contar los de su piel, que no me he atrevido a contar.

Es rico porque tiene todo lo necesario para vivir: dos almohadas, una bajera, una sábana y una colcha. Aquí, soñar supone el 70% del Producto Interior Bruto.

Lo rodea un reguero de ropa desperdigada, menos tóxico que los micro plásticos, menos molesto que las algas. Al fin y al cabo, nadie dobló su ropa cuando la pasión le llamó. Cuando amanece, la luz entra entre las rendijas de la persiana, formando 18 franjas. Vale, me lo acabo de inventar, aquí no hay lugar para el aburrimiento como para ponerse a contar. 

Sin embargo, lo que hace inolvidable los amaneceres aquí, es que todos los días comienzan con un “buenos días”, que es lo mínimo que toda persona merece recibir a diario.

En lo político poco puedo decir, hemos aprendido a vivir en la inestabilidad buena, a veces hay reina, a veces, simplemente no hay reglas. Aquí, los cargos de confianza tienen forma de almohada. Pero es un país feliz, basta con ver que en países vecinos se entretienen dando martillazos las mañanas de los sábados, si no es pasando la aspiradora o moviendo muebles.

Mi país existe, yo lo he visto, yo creo en él.

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