Al igual que en la vida real, hay palabras que tienden a unirse instantáneamente. Como ejemplo se me ocurren dos grupos de palabras que escuché una vez en el monólogo de algún cómico (que me perdone el susodicho, pero no recuerdo quién era). El primer matrimonio de vocablos es el compuesto por la palabra “aledaños” y “estadio”, hasta tal punto que es casi imposible escuchar la primera palabra si no está la segunda cerca.
Pasa lo mismo con las pesetas, tantos años paseándose por nuestros bolsillos y resulta que el único adjetivo que se nos ocurre es el de “antiguas”, quizás habría que felicitar a quien decidió inventarse un bloque de palabras tan original.
Plagios aparte, hay otras dos palabras que congenian muy bien, aunque en este caso son algo más poligámicas y se dejan ver con otras palabras por ahí, hablo de “relaciones cordiales”. No sé si es solo apreciación mía o que realmente es así, pero entiendo que una relación es cordial cuando reina la profesionalidad y existe un respeto mutuo, pese a que ninguna de las dos personas implicadas elegiría a la otra como primera o décima opción para ir a tomarse un café o unas cañas o pasar un buen rato de sinceridad y desahogo por ejemplo.
Me explico, la relación que un entrenador de fútbol debe guardar con su futbolista es siempre catalogada como cordial, donde cada uno se saluda, cumple su rol, pero cuando termine la concentración, partido o entrenamiento cada uno cogerá su camino. Todo esto podría extrapolarse a la relación jefe-empleado. O a esa persona con la que uno compartía momentos, y ahora todo se limita a un frío y falso “hola y adiós” o en su defecto conversaciones vacías en las que ambas personas se congratulan públicamente de que al otro todo le vaya fabulosamente aunque realmente les importe más bien poco.
Pues bien, he decidido acudir a la RAE una vez más y me he encontrado con las siguientes definiciones de cordial: 1. adj. Que tiene virtud para fortalecer el corazón.2. adj. Afectuoso, de corazón. No era lo que esperaba encontrarme, de hecho se me ha caído un mito, y me he sentido tonto por partida doble, primero por estar utilizando mal la expresión y segundo por tener por relación cordial lo que realmente no es. Lo digo porque supongo que el empleado estándar por norma general no guardará afecto hacia su jefe, digo yo.
Y ahora me surge una nueva pregunta, ¿cómo se llaman las relaciones que yo tenía por cordiales pero no son cordiales? (véase los casos expuestos anteriormente) ¿relaciones profesionales quizás? ¿Entonces como se llaman aquellas en las que uno acaba saludando simplemente para no ser catalogado como ser asocial?
Necesito una respuesta.
Nota: este tema es susceptible de un análisis más profundo, pero las prisas por publicar algo me han traído a hacer este análisis tan breve, no promete profundizar más, porque puede que no lo haga, pero no está mal dejar una puerta abierta a futuras actualizaciones de este tema.
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