martes, 31 de enero de 2012

La primera de mis reflexiones

Casi sin buscarlo me he encontrado con varias reflexiones que compartiré a lo largo de los próximos días.

La primera de mis reflexiones como es costumbre no nace de una sola idea sino de varias ideas aparentemente independientes entre sí.

El caso es que el crucero Queen Mary II ha vuelto a la isla, aún recuerdo la primera vez que pasó por aquí, casi no se hablaba de otra cosa, raro era quien no se había enterado de la presencia de este “coloso de los mares”, jamás he visto la autopista como aquella vez. Pero la verdad es que merecía la pena darse un paseo para ver al “barquito” y de paso fotografiarse junto a él. Esta vez no ha habido fuegos de artificio a su salida ni nada parecido, lógico por el momento que atravesamos económicamente y más lógico todavía porque no era la primera vez que venía y estar celebrando su presencia cada vez resultaría un poco estúpido. Dicho esto, reconozco que esta vez no me ha impactado tanto. No creo que sea un problema derivado de mi cambio de altura, básicamente porque no creo que mi estatura haya variado mucho desde la vez anterior, antes era de tamaño reducido y ahora lo sigo siendo. Tampoco creo que se deba a un problema de perspectiva y que según desde el lugar donde uno lo haya visto la impresión sea mayor o menor.

A raíz de este “pequeño dilema” recuerdo una canción de Pedro Guerra que a su manera hablaba de algo así como una conspiración que hacía que las cosas menguaran, así que no es que nosotros crezcamos, simplemente es el mundo el que se hace más pequeño, a excepción del mar que por mucho tiempo que pase sigue siendo enorme a nuestros ojos.

Poesía aparte y arriesgándome a quedar muy repetitivo, mi teoría es que con el paso del tiempo, vamos perdiendo la capacidad para sorprendernos, de tal forma que todo nos parece tan normal que ni nos da por plantearnos el porqué de las cosas y las aceptamos sin más, y si alguien cree que exagero debería hacer el ejercicio de tratar de llevar la vista atrás un par de semanas y fijarse en las caras de sorpresa de los niños.

Así que con la próxima reflexión haré todo lo posible para dejarles sorprendidos.

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