No me considero una persona supersticiosa, agorera ni
esclava de números, horóscopos ni cosas de esas. Sí me considero una persona de
tradiciones, sigo saltando en las camas de los hoteles nada más llegar (hace
unos días así hice) y sigo reflexionando cada vez que cumplo años, entre otras
extrañas costumbres.
Este año lo hago con
especial ilusión porque se trata de una edad especial para mí, 23 años, de
hecho, cuando en primero de la ESO tuve que hacer mi pequeña biografía en 5 o 6
páginas opté por titularla “Mi vida, un 23” porque era un número que me había
elegido en miles de ocasiones. Aún así, nunca me ha gustado decir que el 23 sea
mi número de la suerte, más que nada porque tras 23 años no he sabido encontrar
una definición clara de la palabra ‘suerte’.
Sí, he visto al logotipo de Antena 3 decolorarse, a las
pesetas marcharse, viví en un mundo
ideal que resultó no ser más que un castillo de naipes mal hecho, conocí
también la vida sin el reggaeton ni el Whatsapp, cayó Lehman Brothers y con él
se fueron muchos sueños, caminé por tres continentes, pisé más de 20
aeropuertos diferentes… pero no he encontrado el significado de la palabra
suerte. Aún así sé que soy un afortunado, un gran afortunado.
Yo, que fui injusto con algunas personas y otras lo fueron
conmigo siempre encontré quien me demostrara que existe la gente buena. Yo, que
creí sentir dolor descubrí luego que simplemente eran cosquillas. Yo, que pedí
perdón más veces de las que me lo pidieron a mí tuve la suerte de dormir con la
conciencia tranquila. Yo, que cometí
infinitos errores aprendí de la vida que arrepentirse era traicionar al Daniel
del pasado. Y por cada persona con la que discutía aparecieron decenas de
personas con las que desahogarme. ¿No es eso ser afortunado?
Y no, no voy a mirar más al pasado para hacer este peculiar
feedback igual que también voy a asumir que ya no es edad para jugar al
escondite con nadie por mucho que haya gente que así lo quiera. Ahora es tiempo
de mirar adelante, no sé si realmente este será mi año o no, pero lo pasaré
sabiendo que me queda mucho por vivir y muchas canciones por entender (esta
última frase creo que va a aparecer en mi futuro libro).
Muchas gracias por estar ahí un cumpleaños más leyendo mis
cada vez menos curradas reflexiones.
Gracias también por verme crecer (la barba y el pelo, porque
de altura ya no creo que crezca más).