Con cierta frecuencia escucho que alguien dice que tenemos
mucho que aprender de los niños*. No seré
yo quien ponga en tela de juicio tal afirmación, pero sí creo que hay otras
cosas de la infancia que deberíamos evitar seguir llevando a cabo.
Me encanta ver la facilidad con la que los niños pese a
vivir en un mundo de gigantes se levantan de una caída, la capacidad de
sorprenderse con cualquier cosa que para nosotros es más que cotidiana, la
naturalidad, las ganas de aprender y conocer…
Por otra parte no creo que llorar sea la mejor solución a
los problemas, no creo que se sea más feliz por tener más juguetes (este
problema no es exclusivo de los niños), me sorprende también que los niños al
encontrarse con amigos no muestren su cariño con un beso y un abrazo, debe ser
que eso es cosa de mayores. Sin embargo lo que menos entiendo son las ganas de
querer crecer y pretender actuar como adultos sin serlo.
Toda edad tiene sus
cosas, y utilizo el término “cosas” para sintetizar ya que este término tan
impreciso engloba a sus problemas, sus dudas, sus preguntas, sus miedos, sus
prioridades, sus gustos… No puede ser bueno caer en el anacronismo de
comportarse como si correspondiera otra edad.
Tampoco debe ser saludable eso de tratar de adelantar
acontecimientos, y pretender saber cosas que todavía nos corresponde, hay que
mantenerse siempre curioso, es cierto, pero si eso del “carpe diem” ha sobrevivido tantos siglos debe ser por
algo, y asumir el vivir el momento conlleva vivirlo con todos sus accesorios
incluidos.
Algunas respuestas llegarán, puede que nos hayamos incluso
olvidado de la pregunta, pero algunas llegarán. Comentarios que en su momento
no entendimos, comportamientos aparentemente inexplicablemente, o incluso
refranes que parecían demasiado absurdos. Algún día probablemente tomarán valor
para nosotros, nos acordaremos tal vez de quien en su momento nos iluminó con
sus palabras, y nos preguntaremos cómo es posible que no nos hubiéramos dado
cuenta de semejante realidad. Y no hemos de tener remordimientos ni sentirnos
mal, simplemente no era nuestro momento, hemos tenido que evolucionar y
dejarnos llevar por las circunstancias para darnos cuenta que de vez en cuando
no está de más escuchar.
Yo en su momento escuché, no comprendí, pero recordé, y por
ejemplo oí como en una reunión privada me decían que muchas veces los mayores
problemas venían por tratar de ayudar a gente que no nos había solicitado
ayuda. Será que era niño cuando eso, y traté de precipitarme, pero aún me
quedaba (y espero que me quede) mucho por experimentar, ahora ya puedo decir
sin miedo que lo entiendo. Volveré a equivocarme quizás y caeré en el mismo
error, pero en ningún lado pone que al crecer uno deje de equivocarse.
Voy a seguir esperando, más que nada porque tengo mucha
curiosidad por ver qué explicación le corresponde a varios hechos que todavía
hay archivados en mi cabeza.
*Como ejemplo de esta afirmación dejo esta entrada por si alguien quiere echarle un vistazo: http://kurioso.es/2012/05/31/heroes-de-metro-y-medio/
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