Nos movemos en un mundo de palabras, tanto que imaginarse un mundo sin ellas resulta casi imposible. Hay palabras más bellas que otras, y el primer ejemplo que se me pasa por la cabeza es confrontar la palabra "maresía" con el vocablo "astrágalo". Sin embargo no es este el tema que quiero tratar hoy, básicamente porque la belleza es subjetiva tanto para hablar de personas como de palabras.
Leí, oí o me contaron, no recuerdo bien, que de todas las palabras que caben en un diccionario al final acabamos usando solamente una pequeña parte de ellas, y son las mujeres las que más variedad de vocabulario usan.
Dicho esto, añado-esto es de cosecha propia- que existe una serie de palabras que no pueden faltar en el léxico de esos eruditos que habitan bajo el mismo cielo que nosotros. Hablo de tertulianos, políticos o predicadores de barra de bar por ejemplo. A continuación presento una breve muestra de estas palabras que he recopilado de forma altruista y asegurando que si logran usarlas de forma rutinaria el éxito les llegará en la vida en un abrir y cerrar de ojos. Es más, si la mismísima Belén Esteban lograra integrarlas en su rutina podría llegar muy lejos en una hipotética carrera política (Dios quiera que no).
Sin más preámbulo presento el primer bloque de palabras, dejando una puerta abierta a un segundo bloque en un futuro. Las palabras en cuestión son: "verborrea", "hipocresía","demagogia","irrisorio" y todos sus derivados.
Y ahora solamente me queda desearles suerte si optan por la integración de estas en su día a día.
domingo, 28 de febrero de 2010
viernes, 26 de febrero de 2010
Piezas...
No sé muy bien el motivo, pero si hay algo que provoque comparaciones es la propia vida. Un tango, una caja de bombones, un ratico, un juego, una locura, sueño… todas esas palabras y muchas más han sido utilizadas por artistas de todo tipo, cantantes, escritores, actores… para definir a la vida.
Y es ahora, con los Carnavales recién abandonados cuando se me ocurre un nuevo símil. La vida es un puzzle. Sí, lo reconozco, llegué a esta conclusión al sentir que faltaba piezas en mi mente tras una noche de Carnaval, tras mucho preguntar descubrí que no era rentable tratar de tener controladas todas las piezas de este puzzle tan peculiar.
No me atrevo a dar una cifra aproximada del número de piezas que tendría cada vida, es más este número estaría en función de la persona, pero creo que hasta en el menor de las cifras estaríamos muy cercanos al billón de billones de billones (y así un rato) de billones de piezas.
Siguiendo con este símil tan absurdo voy a ir más lejos, pongamos que el puzzle del que hablo forma un hermoso paisaje, con sus montañas, flores, animales y todo lo que queramos, sin duda alguna, no puede faltar el cielo con alguna que otra nube. Ahora bien, ¿deja de intuirse el paisaje si falta un pedacito de cielo? ¿No es mejor tener las piezas que conforman las flores? Así que dado lo limitada que es la memoria, y puestos a elegir creo que lo mejor va a ser quedarse con las piezas verdaderamente importantes.
Dicho esto solo me queda agradecer que hayan dedicado una pequeña pieza de sus puzzles a leer esta entrada. Sean felices y no se rompan la cabeza mucho con este peculiar rompecabezas, pues al fin y al cabo la vida no es más que un tango, y todas esas cosas que dije al principio.
Y es ahora, con los Carnavales recién abandonados cuando se me ocurre un nuevo símil. La vida es un puzzle. Sí, lo reconozco, llegué a esta conclusión al sentir que faltaba piezas en mi mente tras una noche de Carnaval, tras mucho preguntar descubrí que no era rentable tratar de tener controladas todas las piezas de este puzzle tan peculiar.
No me atrevo a dar una cifra aproximada del número de piezas que tendría cada vida, es más este número estaría en función de la persona, pero creo que hasta en el menor de las cifras estaríamos muy cercanos al billón de billones de billones (y así un rato) de billones de piezas.
Siguiendo con este símil tan absurdo voy a ir más lejos, pongamos que el puzzle del que hablo forma un hermoso paisaje, con sus montañas, flores, animales y todo lo que queramos, sin duda alguna, no puede faltar el cielo con alguna que otra nube. Ahora bien, ¿deja de intuirse el paisaje si falta un pedacito de cielo? ¿No es mejor tener las piezas que conforman las flores? Así que dado lo limitada que es la memoria, y puestos a elegir creo que lo mejor va a ser quedarse con las piezas verdaderamente importantes.
Dicho esto solo me queda agradecer que hayan dedicado una pequeña pieza de sus puzzles a leer esta entrada. Sean felices y no se rompan la cabeza mucho con este peculiar rompecabezas, pues al fin y al cabo la vida no es más que un tango, y todas esas cosas que dije al principio.
viernes, 19 de febrero de 2010
Lo vas dejando, lo vas dejando...
La constancia nunca ha sido mi fuerte, es más llevo más de 20 años conviviendo conmigo mismo y ya sé como funciono, al principio empiezo con fuerzas, pero desde que abandone por un par de días se viene abajo cualquier propósito. El caso es que ha sido así para todo, cuando me apunté al gimnasio me propuse ir con cierta frecuencia, y empecé a ir de una forma tan rutinaria que hoy sería impensable. Otra muestra de mi falta de constancia tiene lugar al comenzar un trimestre, siempre digo eso de "esta vez voy a estudiar desde el primer día" y lo más triste es que en alguna ocasión he empezado a hacerlo. Así sucede con libros que empiezo, pequeñas metas que me he puesto, o ¿para qué ir más lejos? este humilde blog. Me he dejado ir, he abandonado esto, en un principio me dije a mí mismo que el crear un blog no sería un motivo de "estrés", no iba a dejar de hacer mi vida por escribir. Ahora bien, lo más triste es que he estado estos días sin hacer nada y no me he dignado a actualizar esto. Pensarán que quizás haya sido la falta de excusas para escribir, pero no, tras la anterior entrada he tenido que despedirme de mi hermano por unos meses, he visitado la capital de España, he conocido gente, el número de amigos en el tuenti ha aumentado, el ron ha penetrado en mi cuerpo, ha aparecido otra alerta naranja, la luz se ha ido en mi casa otra vez, el Tenerife ha vuelto a ganar, los Carnavales han llegado y ya casi se van, he podido entablar diálogos con estatuas humanas, Julián me ha pedido que le nombre en su blog e te ce e te ce (es decir etcétera). Entonces ¿dónde está el problema? No lo sé pero creo que el problema soy yo y mi falta de constancia.
Si alguien conoce cura le agradecería su receta.
Si alguien conoce cura le agradecería su receta.
jueves, 4 de febrero de 2010
Un negocio llamado fútbol
Con el fútbol me pasa lo mismo con las mujeres, me encanta, pero no llego a entenderlo del todo.
Los dobles pivotes, la defensa en zona, el rombo y demás términos me suenan pero no los domino.
Quizás entienda más la otra parte, la de abrazos a desconocidos, la de mirar a los ojos a mi primo de seis años al marcar el Tenerife, la de las afonías, en fin, la del sentimiento hacia unos colores, la del sufrimiento. Y es que si de verdad no me gustara el sentir de mi equipo, ese gusto por el sufrir quizás hubiera optado por lo fácil y sería del Madrid o quizás del Barcelona.
Me gusta también el poder que ejerce la globalización sobre el fútbol, y mientras escribo esto tengo en la mente la imagen mía hablando con un coreano y un francés que acababa de conocer sobre fútbol, no se me ocurre otro tema del que pudiera hablar en aquella situación, ni el cine ni la música creo que hubieran dado lugar a una conversación tan intensa y larga como la que tuve en aquel momento.
Ahora bien, ¿qué pasa cuando se prioriza el segundo punto sobre el primero? ¿Qué pasa cuando se le da más importancia al verde, azul, rojo, violeta o amarillo de los billetes antes que a los colores pintados en la cara de un aficionado? Cuando esto sucede podemos concluir en que algo se está haciendo mal, la esencia del fútbol se ha evaporado y ha desaparecido. Aquellos tiempos en los que el público apoyaba a su equipo porque en él jugaban los chicos de su tierra, de su barrio han dado paso a los tiempos en los que son las televisiones las que mandan, y donde tristemente el aficionado no tienen ni voz ni voto.
Y ¿a qué viene todo esto? Pues a una razón muy sencilla, creo que quien se encarga de decidir los horarios de los partidos se equivoca estrepitosamente al hacer jugar al Tenerife el Lunes de Carnaval, no quiero pensar que todo esto sea una estrategia para hundir a mi equipo, todos sabemos que aunque nadie lo diga no les resulta rentable que estemos en primera por tener una hora menos, por estar a tres horas en avión y todas esas cosas sabemos, pero no tiene que ser tan descarado, pero cierto es que siempre son los más pequeños de quienes se ríen a la cara y se habla de una igualdad que no se ve ni de lejos.
Aquí dejo el tema, por mi propia salud, no quiero ponerme nervioso, y sé que desde aquí no voy a poder cambiar nada, pero que quede claro que cuando alguien por dar un par de patadas cobra lo mismo que cien mil veces más que alguien que madruga a diario es porque algo estamos haciendo mal.
Los dobles pivotes, la defensa en zona, el rombo y demás términos me suenan pero no los domino.
Quizás entienda más la otra parte, la de abrazos a desconocidos, la de mirar a los ojos a mi primo de seis años al marcar el Tenerife, la de las afonías, en fin, la del sentimiento hacia unos colores, la del sufrimiento. Y es que si de verdad no me gustara el sentir de mi equipo, ese gusto por el sufrir quizás hubiera optado por lo fácil y sería del Madrid o quizás del Barcelona.
Me gusta también el poder que ejerce la globalización sobre el fútbol, y mientras escribo esto tengo en la mente la imagen mía hablando con un coreano y un francés que acababa de conocer sobre fútbol, no se me ocurre otro tema del que pudiera hablar en aquella situación, ni el cine ni la música creo que hubieran dado lugar a una conversación tan intensa y larga como la que tuve en aquel momento.
Ahora bien, ¿qué pasa cuando se prioriza el segundo punto sobre el primero? ¿Qué pasa cuando se le da más importancia al verde, azul, rojo, violeta o amarillo de los billetes antes que a los colores pintados en la cara de un aficionado? Cuando esto sucede podemos concluir en que algo se está haciendo mal, la esencia del fútbol se ha evaporado y ha desaparecido. Aquellos tiempos en los que el público apoyaba a su equipo porque en él jugaban los chicos de su tierra, de su barrio han dado paso a los tiempos en los que son las televisiones las que mandan, y donde tristemente el aficionado no tienen ni voz ni voto.
Y ¿a qué viene todo esto? Pues a una razón muy sencilla, creo que quien se encarga de decidir los horarios de los partidos se equivoca estrepitosamente al hacer jugar al Tenerife el Lunes de Carnaval, no quiero pensar que todo esto sea una estrategia para hundir a mi equipo, todos sabemos que aunque nadie lo diga no les resulta rentable que estemos en primera por tener una hora menos, por estar a tres horas en avión y todas esas cosas sabemos, pero no tiene que ser tan descarado, pero cierto es que siempre son los más pequeños de quienes se ríen a la cara y se habla de una igualdad que no se ve ni de lejos.
Aquí dejo el tema, por mi propia salud, no quiero ponerme nervioso, y sé que desde aquí no voy a poder cambiar nada, pero que quede claro que cuando alguien por dar un par de patadas cobra lo mismo que cien mil veces más que alguien que madruga a diario es porque algo estamos haciendo mal.
martes, 2 de febrero de 2010
Y llueve
Es en días de lluvia como hoy cuando como al igual que a casi todo el mundo vienen a mi mente recuerdos de la tormeta tropical Delta. Sin embargo mientras muchos recordarán fallecimientos, velas o laureles de indias caídos yo siempre lo recordaré como "el día que giré el sillón". Y es que ante la ausencia de luz, y por lo tanto de televisión opté por girar el sillón y dedicarme a observar por la ventana. Así fue la propia naturaleza con catástrofes la que me enseñó que la verdadera vida está en la calle.
Lamentablemente pese a que la lección está aprendida la televisión sigue siendo una de mis grandes pasiones y medio para perder el tiempo, perdiéndome así la oportunidad de sentir la calle
Lamentablemente pese a que la lección está aprendida la televisión sigue siendo una de mis grandes pasiones y medio para perder el tiempo, perdiéndome así la oportunidad de sentir la calle
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