No sé muy bien el motivo, pero si hay algo que provoque comparaciones es la propia vida. Un tango, una caja de bombones, un ratico, un juego, una locura, sueño… todas esas palabras y muchas más han sido utilizadas por artistas de todo tipo, cantantes, escritores, actores… para definir a la vida.
Y es ahora, con los Carnavales recién abandonados cuando se me ocurre un nuevo símil. La vida es un puzzle. Sí, lo reconozco, llegué a esta conclusión al sentir que faltaba piezas en mi mente tras una noche de Carnaval, tras mucho preguntar descubrí que no era rentable tratar de tener controladas todas las piezas de este puzzle tan peculiar.
No me atrevo a dar una cifra aproximada del número de piezas que tendría cada vida, es más este número estaría en función de la persona, pero creo que hasta en el menor de las cifras estaríamos muy cercanos al billón de billones de billones (y así un rato) de billones de piezas.
Siguiendo con este símil tan absurdo voy a ir más lejos, pongamos que el puzzle del que hablo forma un hermoso paisaje, con sus montañas, flores, animales y todo lo que queramos, sin duda alguna, no puede faltar el cielo con alguna que otra nube. Ahora bien, ¿deja de intuirse el paisaje si falta un pedacito de cielo? ¿No es mejor tener las piezas que conforman las flores? Así que dado lo limitada que es la memoria, y puestos a elegir creo que lo mejor va a ser quedarse con las piezas verdaderamente importantes.
Dicho esto solo me queda agradecer que hayan dedicado una pequeña pieza de sus puzzles a leer esta entrada. Sean felices y no se rompan la cabeza mucho con este peculiar rompecabezas, pues al fin y al cabo la vida no es más que un tango, y todas esas cosas que dije al principio.
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