viernes, 8 de abril de 2011
Fin al pesimismo
Me comentaba hace unos días un queridísimo seguidor que notaba cierto pesimismo en mis palabras, no es mi intención, porque como bien decía una de las primeras canciones de rap que empecé a escuchar “si caminas cojeando, no das miedo, sino lástima”, y no, no quiero dar lástima, y mucho menos quiero poner en alarma a quienes me leen. Estoy bien, aunque tampoco puedo negar, que al igual que en los grandes pintores se nota su estado anímico, quizás en lo que escribo puede quedar un retazo de negatividad. Intentaré cambiarlo. Pero quiero que quede claro que estoy bien, y que todo pesimismo que pueda intuirse en mis palabras deriva del hecho de que escribo como alivio a días extraños. Entendiendo por días extraños a los que Bunbury y Nacho Vegas definen como aquellos "días en los que valdría más no salir de la cama" (“casualmente” la canción se llama “días extraños”). Hoy quiero escribir sobre esos días, intentando que sirva como punto de inflexión, y que a partir de ahora mis palabras irradien más optimismo si cabe. Podría empezar llenando esto con algún que otro oxímoron, metáforas, o dicotomías del tipo “sin noche no hay día”, o el tan de moda “la crisis agudiza el ingenio” pero pecaría de usar demasiados tópicos. El caso es que ante esos días rara vez hay remedio que no implique el paso del tiempo, sabio curador, pero gran traidor, porque cuando todo va mal, todo parece eterno, el reloj no avanza, y cuando todo va perfecto, las horas dejan de ser la referencia, y son los suspiros quienes miden el paso del tiempo, siempre ha sido así, de hecho el año pasado con el Tenerife en Primera el tiempo se me fue volando, y ahora que el descenso a Segunda B está al acecho, el fin parece no llegar. Escrito esto, una parte de mí me pide ser optimista y pedir que disfrutemos del camino de levantarse, no dejando que pase el tiempo y aprovechando que vida no hay más que una y que paradójicamente en la oscuridad se ven algunas cosas más claras, o bien recurrir a la filosofía oriental, y hacer referencia al ying y el yang y decir que hasta la cosa más odiada jamás imaginada puede esconder un punto de optimismo. Pero otra parte de mí, la más cauta quizás, me lleva a esos días y me dice “Daniel, deja de pedir cosas imposibles, no es tan fácil darle color a un día negro”. Así que lo mejor será que cada uno saque sus conclusiones y reaccione de la forma que quiera. Yo por mi parte, tras esta terapia de choque, voy a intentar transmitir mejores sensaciones, aunque conociéndome, no aseguro éxito, dado que muchas veces me propongo retos que luego no logro concluir, para muestra, basta ver mi colección de libros a medio leer.
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