Se me escapa abril, mes santo y republicano, mes de aguas mil, mes del vino y, visto el índice de entradas publicadas, mes de la inspiración. Y haciendo este peculiar feedback caigo en que hace un año comencé a escribir sobre el equilibrio. Jamás terminé aquello que empecé, fui aplazando el momento y hasta perdí la noción del tiempo.
Recuerdo que era abril cuando decidí escribir porque venía de caminar entre viñedos por Tegueste en vísperas de romería, impactado de ver como se podía pasar de un paisaje de lo más rural a otro más urbano en cuestión de un par de kilómetros. Y decidí escribir sobre el equilibrio.
Reciclando todo lo que había escrito me dispongo a terminar de una vez con un año de espera, y sin haber visto hasta hoy lo que había escrito.
Equilibrio, qué curiosa palabra, seguro que la gran mayoría de los mortales al oírla pensarán en funámbulos cruzando una cuerda sobre cocodrilos, con o sin red, por la mente tal vez pasearán pulseritas “milagrosas” o gente a la pata coja. De no ser así probablemente se ocurrirán dietas equilibradas o desequilibrados mentales tal vez.
Y es ahora en Aristóteles en quien pienso, o mejor dicho, pienso en el término medio como solución. Los extremos nunca han sido buenos, a excepción de la punta de los “cornetos”, Messi y Cristiano Ronaldo. De hecho, hasta un exceso de cariño puede ser contraproducente y provocar que uno viva en un mundo ideal a la par que irreal.
Sin embargo lo que me preocupa hoy, es como poco a poco vamos desequilibrando al planeta y va prevaleciendo el color gris del cemento por encima del verde de los campos, grandes llanuras se convierten en grandes urbanizaciones y los productos agrícolas van perdiendo peso en los lineales de los supermercados.
No sé si las heridas que le provoquemos al planeta serán reversibles o no, no olvidemos que soy de letras, lo que sí sé es que ya es más fácil construir sobre un terreno fértil que derruir y volver a hacer que un terreno recupere su fertilidad, no solo por motivos biológicos/químicos sino por asuntos legales o incluso económicos.
“Demagogia” aparte, la tesis que sostengo es que si queremos progresar habrá que respetar, y eso, hasta donde yo sé se llama equilibrio.
Y una vez equilibrado el número de entradas de este blog, afronto el mes de mayo sabiendo que será mes de estudios, y será ahí donde radique el equilibrio entre vivir y no hacerlo.
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