Parece la palabra de moda, y quizás lo sea junto a otras. Todo se aplaza: los partidos de liga, las elecciones, Eurovision, Eurocopa, los pagos de impuestos, la selectividad, los abrazos, los reencuentros, los cafés prometidos, y un infinito etcétera. Hasta hemos aplazado la vida, ¡qué cosas!
Creo que ya he escrito sobre ello, pero todo esto me recuerda a esa frase que aunque venga como consuelo detesto. Sí, me refiero a eso de "eso es que no era el momento, todo llega". Y quizás sea eso, quizás no era el momento, y toque volver a buscar la oportunidad de vivirlo, porque aplazar no es anular.
Aplazamos tantas cosas, que no sé cómo haremos y si estaremos preparados para gestionarlo, conscientes de que aunque todo llegue, ya nada será igual.
Y por eso, propongo dotar de un nuevo significado a la palabra aplazar, y llevar a cabo esta nueva acepción cuando todo esto pase: "dícese de la acción de llenar las plazas".
Aplacemos la plazas, abarrotemos las barras de bar, "descallemos" las calles calladas, atendamos las tiendas de barrio ahora desatendidas, volvamos a vivir la vida.
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