domingo, 15 de marzo de 2020

Jugar

Si algo bueno traen las situaciones atípicas como esta, es que agudizan el ingenio y nos animan a hacer cosas que quizás de otra forma no haríamos.

Escribí hace mucho tiempo (tanto que ni yo mismo he podido localizar la entrada en cuestión) que para mí, el episodio de la tormenta tropical Delta que azotó Canarias hace ya unos cuantos años sería recordado como "los días en que giré el sillón". Porque sí, sin televisión por no haber luz, girar el sillón y ver la vida a través de la ventana era lo más interesante con lo que podía encontrarme.

Esta vez, con las calles vacías, sin lluvia cayendo, lo interesante no estaba en las ventanas, así que hemos rescatado en casa viejos juegos de mesa, para jugar. Sí, jugar. Ese verbo que suena a infancia, a parques, a plastilina, playmobil, contar hasta 20 contra la pared, a balones, a improvisar mundos con cualquier objeto, a imaginar tener una profesión que cuando tuviste odiaste, ... creo que ya sabes a qué suena.

Desde hace unos meses vengo dándole vueltas a una frase que leí hace unos años y volvió a mí hace unos meses. No puedo otorgarle autoría y mucho menos reproducirla al pie de la letra, pero venía a decir algo así como que hubo un día en que sin saberlo, fue el último día en que bajaste a la plaza a jugar con tus amigos. Dependiendo del día pienso que es una reflexión triste o bien que es toda una invitación a vivir cada momento como si fuera el último. (no descarto que en estos días retransmitan Toy Story y siga dándole vueltas a estos pensamientos)

Jugar es un verbo que algunos siguen haciendo con los sentimientos de las personas, pero no toca hoy hablar de ellos. Les deseo lo mejor a esas personas. Es más, creo que todos lo hemos hecho, y casi siempre a quienes no lo merecían.

Poco admiro del idioma de Shakespeare, por mucho que a diario nos asalten anglicismos hasta en los lugares menos esperados. Curiosamente, palabras que en nuestro idioma también tendrían equivalente. Pero pensar que en inglés se use el verbo "play" para hablar de instrumentos musicales creo que también esconde mucha poesía (quizás los angloparlantes piensen que hablar de tocar va más allá, por eso de usar el sentido del tacto para hacer música, no lo sé).

En definitiva, aprovechemos estos días para jugar, ya sea con las palabras, los instrumentos, las ideas, y no tanto con las pantallas ni las personas.


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