En una de sus canciones, Andrés Suárez, uno de mis cantautores de cabecera, bautizó a este 2020 que afortunadamente termina como "el año en que no hubo verano ni fiestas de barrio". Y aunque es una descripción muy acertada, se me ocurren muchas otras que complementen esta descripción.
jueves, 31 de diciembre de 2020
El año en que...
lunes, 30 de noviembre de 2020
Paraguas
No es que sea escéptico o que tenga mis dudas sobre su utilidad, simplemente ya no creo en ellos.
Será que tuve la suerte de ver Venecia con lluvia, que en mi ciudad la lluvia hace brotar vida entre los adoquines y los tejados o que no pude darle mucho uso a mis botas de agua de Mickey durante mi juventud. Al fin y al cabo, ¿a quién no le ha intrigado nunca la lluvia?
Sí, sé que una herramienta a la que Rihanna dedicó una canción o que tiene un objeto específico para guardarlo, mientras esperan su oportunidad, pero ya no creo en ellos. Lo siento.
El caso es que ya no creo en los paraguas, por lo que puedo añadir un nuevo punto a esta entrada que hace ya unos cuantos años escribí a un niño que espero haya crecido feliz.
viernes, 23 de octubre de 2020
En mis 13
A veces me gusta darle la vuelta a las cosas y tratar de buscar la forma de ver las cosas con ojos nuevos. En cambio otras, prefiero seguir conservando algunas tradiciones. Pero sin duda, lo mejor es cuando logro darle una vuelta a lo de siempre, conservando tradiciones. ¿Cómo era aquello de 'que todo cambie para que nada cambie?
Así que aquí estoy, dándole la vuelta a los 31 que hoy cumplo, para decir que estoy en mis 13, que sigo en mis trece.
Porque sí, pese a los años sigo en mis trece, paseándome por mi mundo interior, trancando las puertas a desconocidos. Sigo en mis trece, acumulando libros, soñando despierto y luchando por hacer que mis sueños dejen de serlo.
Sigo en mis trece creyendo que hay un mundo mejor esperándome, sin por ello dejar de valorar las cosas buenas de este. Sigo en mis trece en eso de querer a mi manera, aunque a veces mi querer no sea compatible con otros.
Porque no me avergüenza reconocer que sigo en mis 13, con todo por hacer, amando y odiando al tiempo por ir tan rápido, cuando tiempo es todo lo que tenemos, todo lo que somos. Y seguiré en mis trece pensando así, llámame cabezón.
Sigo en mis 13, esperando poder seguir cumpliendo, poder seguir dándole vueltas a las cosas, mientras la Tierra da vueltas al sol.
miércoles, 30 de septiembre de 2020
Oxímoron
La historia que hoy escribo es tan real que nunca sucedió. Tan breve que haría falta dos eternidades para contarla. Tan irrelevante en mi vida, que desde que sucedió, no he vuelto a ser el mismo. Esta historia es tan íntima que hoy te la cuento.
Nos conocimos una soleada y luminosa noche, yo andaba borracho sin haber bebido, algo que al día siguiente se traduciría en una de las mejores resacas que recuerdo. Su cuerpo yacía de pie en medio de aquel cielo infernal cuando clavó el mirar con acento de sus ojos verde arena en mí.
Reía triste, hasta que con una caricia sin manos me llamó para susurrarme a gritos el motivo de su alegre pena. Y a pesar de mi prisa calmada, decidí detenerme a escuchar su historia, parpadeando sin pestañear al enterarme que su gran drama era por haber descubierto que su vida estaba llena de oxímoron.
Pese a mi inexistente asombro, decidió salir de la cárcel de su libertad y desde su dicharachera timidez contarme cuántas veces había hecho el amor sin amor, los abrazos dados sin brazos o lo adictivo que le resultaba enamorarse del desamor. No dejó de nombrar las veces que había maltratado a quien le cuidaba y cómo quiso a quien no hizo por ofrecerle cuidados. Por resumir, me habló de amores que duelen y de cómo hay gente con miedo que no sabe huir del peligro.
Pese a mi esperada sorpresa, su cuerda locura hizo que siguiera contándome historias que yo jamás antes había imaginado en mi experimentada juventud. Mi cansancio despierto durmió cuando me ofreció brindar con un licor sin alcohol, algo que agradecí desagradecidamente porque tenía sed de sequía. Olvidé que a veces lo gratis tiene un alto precio.
Oí cómo el ruido de su silencio me dirigía piropos ofensivos mezclados con algún insulto alentador, pero impulsivamente decidí no responder a su inteligente tontería para no alterar la blanca oscuridad de su alma. Olvidé eso de que la mejor defensa es un buen ataque.
Cansado de la fiesta de la tristeza en la que me había visto envuelto, le ofrecí mi número para que me llamara cuando tuviera un mal buen día, con la certeza dudosa de que jamás llamaría, y me fui a disfrutar de mi multitudinaria soledad, dejando atrás su vestida desnudez.
Mientras marchaba, la injusta venganza se tornó realidad y vi cómo lloró por amor. Nunca antes, un oxímoron tuvo tan poca belleza.
lunes, 31 de agosto de 2020
¿Otro verano?
Sí, sé que últimamente solo me paso por aquí a lamentarme de los meses que se van. Y aunque técnicamente todavía quedan poco menos de 3 semanas de verano, los medios empiezan a decirnos que la etapa estival ha terminado.
Recuerdo haber escrito (y si no, haber pensado en hacer) sobre Amaral y su "no quedan días de verano", de los amores de verano y de la estación en sí misma. Pensé que ya lo había dicho sobre esta época en la que los calcetines se acortan y los días se alargan, pero no.
Porque comenzamos a despedirnos del verano antes de tiempo, porque en parte sabemos que este no ha sido otro verano más: ni ha habido verbenas, ni atascos ni colas en los puestos de helados. ¿Cuántos amores de verano habrán dejado de surgir? ¿Cuántas pandillas de verano se habrán quedado sin aforo para llegar a pandillas? ¿Cuántos porteros automáticos habrán dejado de sonar en búsqueda de compañía para jugar en las plazas?
Cierto es que para mí el verano dejó de ser verano cuando se dejó de emitir el Grand Prix o cuando las vacaciones dejaron de ser de 3 meses o cuando los telediarios dejaron de hablar de perros abandonados para hablar de incendios, cuando dejó de preocuparnos no tener canción del verano.
Volverán los zapatos abiertos a los armarios, perderemos color en nuestras pieles y nos llevaremos las manos a la cabeza al ver grúas poniendo luces de Navidad (¿habrán este año?). Mientras, algún gracioso, intento de escritor de blog venido a menos, dirá eso de que el verano es una actitud.
Lo que sí tengo claro es que la vida nos debe un verano.
viernes, 31 de julio de 2020
Razón
martes, 30 de junio de 2020
Palabras que dejé de usar
Rara vez hay un motivo aparente, simplemente sucede, como con ese amigo al que dejaste de ver y llamar, sin que nada pasara. Nada salvo el tiempo.
Lo mismo pasa con algunas palabras, las dejamos de usar, aunque esta vez con motivos. Que 'perdón' o 'gracias' son cada vez menos usadas y más necesarias no es nada nuevo, pero no escribiré hoy sobre ello. Voy más allá, más atrás en el tiempo.
El caso es que ha vuelto a mi cabeza la palabra "arrullar", y me atrevería a decir que llevaba décadas sin tener conciencia de ella. Ya fuera por haber crecido o por la estúpida manía de eliminar columpios de los parques. Tal es mi obsesión, que pese a mi edad, que cada vez que veo un columpio, intento jugar un poco, y comprobar aliviado que todavía sueño con poder dar la vuelta al columpio, o tocar las nubes con la punta del pie.
'Arrúllame' era la palabra mágica cuando las piernas no llegaban al suelo para poder dar un impulso, una forma implícita de pactar un empujón a cambio de darlo después. Es tan mágico el verbo 'arrullar', que veo que para la RAE, ninguna de las acepciones es la que yo he usado.
Creo que pocas palabras son capaces de evocarme tan buenos recuerdos como esta.
¿Nos arrullamos?
sábado, 30 de mayo de 2020
Fronteras
lunes, 20 de abril de 2020
20 de abril de 2020
¿Cómo estás?
No, no es un “¿qué tal?” de ascensor, de esos retóricos, que se hacen por cumplir y que en el 90% de los casos no hallan respuesta. Es un “¿cómo estás?” en toda regla, de esos que te cogen descolocado y te invitan a pensar la respuesta para luego desnudarte.
A estas alturas, no debe sorprenderte mucho que te escriba, llevo ya varios años haciéndolo en días como hoy, vale que quizás has cambiado de nombre, de sexo o de edad, pero mi intención sigue siendo la misma. De hecho, sigo sin saber por qué espero un año para esto.
No obstante, esta vez es diferente, no es solo que me haya entrado la melancolía y te haya tenido que hablar, es que mire donde miren me hablan de “distanciamiento social” y pienso si no estábamos lo suficientemente distanciados ya, acumulando promesas de cafés, cervezas, vinos, copas, paseos, conversaciones, viajes, abrazos, consejos, ... sí, la vida en sí misma ya estaba pendiente antes.
No voy a preguntarte si recuerdas grandes momentos, sino si ya olvidaste los más cotidianos: las esperas bajo mi portal, o mis dedos activando el timbre de tu casa, la fortuna de los pasos dados juntos, fueran los que fueran. Ya sabes que aunque tendamos a olvidarlo, lo bueno no está en lo extraordinario, sino en ser feliz con la rutina construida.
Algunos de los de antes ya no están, y otros hemos cambiado y aunque siga sin quererme lo que debiera cada vez le tengo más aprecio a la vida, y eso compensa. Al fin y al cabo, sigue vigente eso de que es mejor calidad que cantidad, y antes que quererse mucho, hay que quererse bien.
Admito que eché en falta tu aliento en los momentos de desánimo, tu hombro en las derrotas y tu copa en los brindis. Y aunque viva en mí la certeza de que estás bien, me apena pensar que no has acudido a mí en los momentos malos, el pacto que sellamos sigue vigente y puedes seguir contando conmigo.
Por mi parte, tengo descubrimientos que compartir contigo, como que se puede llorar con un te quiero o que te vi mientras sonaba nuestra canción.
Bueno, ya me voy despidiendo, espero que en estas fechas tan propicias a ordenar armarios, mis palabras hayan desordenado un poco tu conciencia. Espero esto sea un hasta pronto, aunque como ya te conté, temo que no haya carnaval donde te vuelva a ver.
Aunque sé que no me contestarás, porque te conozco y no cedes tan fácilmente, sigo deseando que te hayas sentido aludido y me busques. ¿Por qué nunca me llamas? ¿por qué no te llamo nunca? ¿acaso no hemos descubierto ya que empatía debería ganar siempre a ego?.
Sigue con tus sueños, el mío ya lo sabes...
miércoles, 25 de marzo de 2020
Los malos
jueves, 19 de marzo de 2020
También estuviste
Me explico, sin saberlo, hemos estado en más lugares de los que creemos. Porque de una forma u otra, cada vez que alguien te piensa, estás. Si lo piensas, cuando de viaje compras un souvenir, estás comprando la demostración física de que te acordaste de ella.
Porque sí, sin ella saberlo, ha estado en la calle menos pensada de mi ciudad, en los atascos matutinos o incluso en algún examen con control de acceso. Y yo, quizás estuve en los rascacielos de Nueva York, en globo por la Capadocia, en algún bosque neozelandés o entre alguna tribu africana. No lo sé. Prefiero pensar que sí.
Y ahora, yo que nunca fui de hacer grandes fiestas en casa, tengo en mi salón a tanta gente que me río del camarote de los hermanos Marx. Todos a mi lado, olvidando la distancia de seguridad, recordándome buenos momentos mientras contamos los días. Y quién sabe, quizás yo ahora esté en el sillón menos pensado, o en el balcón más recóndito.
Comentaba que esa idea llevaba tiempo rondándome, pero hoy todo ha cambiado. He descubierto un poema de la poeta Elvira Sastre que dice así: "¿Dónde estás cuando no pienso en ti?". Y te he imaginado en otro salón contando los mismos días pero con otros fines y te he vuelto a invocar, y me ha dado igual dónde has estado,porque vuelvas a estar aquí, y aquí cabemos todos.
Volveremos a la vida y estaremos en muchos lugares más.
miércoles, 18 de marzo de 2020
Aplazar
Creo que ya he escrito sobre ello, pero todo esto me recuerda a esa frase que aunque venga como consuelo detesto. Sí, me refiero a eso de "eso es que no era el momento, todo llega". Y quizás sea eso, quizás no era el momento, y toque volver a buscar la oportunidad de vivirlo, porque aplazar no es anular.
Aplazamos tantas cosas, que no sé cómo haremos y si estaremos preparados para gestionarlo, conscientes de que aunque todo llegue, ya nada será igual.
Y por eso, propongo dotar de un nuevo significado a la palabra aplazar, y llevar a cabo esta nueva acepción cuando todo esto pase: "dícese de la acción de llenar las plazas".
Aplacemos la plazas, abarrotemos las barras de bar, "descallemos" las calles calladas, atendamos las tiendas de barrio ahora desatendidas, volvamos a vivir la vida.
martes, 17 de marzo de 2020
Música
Ayer comencé a pensar qué haría cuando todo esto terminara, en fiestas y reencuentros. Llenaremos la calle de nuevo y nos sentiremos inmortales. Empiezan a decir que todo cambiará a partir de ahora, que nos encontraremos con un mundo nuevo. Pero espero que no sea tan nuevo como para que cambien las emociones, como para que un abrazo deje de valer. Y si cambia, espero que sea a mejor.
El caso es que sin buscarla, ayer me vino esta canción a la cabeza:
Hoy, ya no pienso en fiestas, por eso de no acabar desilusionado por tener muchas expectativas básicamente. Hoy me ha dado más por pensar en quienes pasan la cuarentena solos en casa. Me ha entrado pena e impotencia por no poder ayudar a mi manera, aunque fuera con un abrazo.
Y sin quererlo, en uno de los conciertos en redes que los artistas se están dedicando a dar desde sus casas, me apareció esta canción que tantas veces canté:
Y eso, que no estarás sola. ¡Ánimo!
domingo, 15 de marzo de 2020
Jugar
Escribí hace mucho tiempo (tanto que ni yo mismo he podido localizar la entrada en cuestión) que para mí, el episodio de la tormenta tropical Delta que azotó Canarias hace ya unos cuantos años sería recordado como "los días en que giré el sillón". Porque sí, sin televisión por no haber luz, girar el sillón y ver la vida a través de la ventana era lo más interesante con lo que podía encontrarme.
Esta vez, con las calles vacías, sin lluvia cayendo, lo interesante no estaba en las ventanas, así que hemos rescatado en casa viejos juegos de mesa, para jugar. Sí, jugar. Ese verbo que suena a infancia, a parques, a plastilina, playmobil, contar hasta 20 contra la pared, a balones, a improvisar mundos con cualquier objeto, a imaginar tener una profesión que cuando tuviste odiaste, ... creo que ya sabes a qué suena.
Desde hace unos meses vengo dándole vueltas a una frase que leí hace unos años y volvió a mí hace unos meses. No puedo otorgarle autoría y mucho menos reproducirla al pie de la letra, pero venía a decir algo así como que hubo un día en que sin saberlo, fue el último día en que bajaste a la plaza a jugar con tus amigos. Dependiendo del día pienso que es una reflexión triste o bien que es toda una invitación a vivir cada momento como si fuera el último. (no descarto que en estos días retransmitan Toy Story y siga dándole vueltas a estos pensamientos)
Jugar es un verbo que algunos siguen haciendo con los sentimientos de las personas, pero no toca hoy hablar de ellos. Les deseo lo mejor a esas personas. Es más, creo que todos lo hemos hecho, y casi siempre a quienes no lo merecían.
Poco admiro del idioma de Shakespeare, por mucho que a diario nos asalten anglicismos hasta en los lugares menos esperados. Curiosamente, palabras que en nuestro idioma también tendrían equivalente. Pero pensar que en inglés se use el verbo "play" para hablar de instrumentos musicales creo que también esconde mucha poesía (quizás los angloparlantes piensen que hablar de tocar va más allá, por eso de usar el sentido del tacto para hacer música, no lo sé).
En definitiva, aprovechemos estos días para jugar, ya sea con las palabras, los instrumentos, las ideas, y no tanto con las pantallas ni las personas.